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Reflexión

Socialista de Dios

"Socialista di Dio" es el título de un libro publicado, en 1981, por el periodista Sergio Zavoli, figura notabilísima de la comunicación en Italia. Fue presidente de la RAI, director de diversos y muy populares programas radiofónicos y televisivos, y realizador de entrevistas extraordinariamente interesantes, que fueron retransmitidas en distintos medios y después agrupadas y editadas bajo diferentes títulos. Falleció a principios de agosto en Roma. Tenía 96 años. Lo han enterrado en Rímini, a tan sólo unos pasos de donde descansa su gran amigo Federico Fellini, director de cine.

"Socialista di Dio" fue su primer libro, vencedor del Premio Bancarella, con el que anteriormente habían sido galardonados Hemingway, Guareschi, Pasternak o Fallaci. Al ganador se le entrega una figura de cerámica que representa a san Juan de Dios, español y celestial protector de los libreros.

En el ejemplar que poseo, adquirido en un negocio de venta de libros usados, aparece la firma del autor y la dedicatoria a un amigo suyo. Se ve que ha ido de mano en mano. "Habent sua fata libelli". Y lo de "socialista" y "Dios", dos vocablos que son presentados por lo general como inconciliables entre sí, con los que un crítico definió a Zavoli, han sido asumidos por éste como "una clave de lectura del libro y de quien lo ha escrito".

En sus 335 páginas, el autor fue vertiendo, párrafo a párrafo, las reflexiones y emociones que los episodios de su propia vida o la de los demás iban suscitando en su abierta personalidad, sensible y altruista, cultivada con sugestivas lecturas de todo tipo, que lo han surtido del bagaje intelectual y literario que se precisa para saber identificar, enjuiciar y expresar lo que está pasando en el interior y en el entorno de los protagonistas del acontecer diario.

Memoria, pasado, futuro, neurociencia, tecnología, ríos, niebla, norte, sur, campo, ciudad, pobreza, espacio sideral, ecología, juventud, violencia, sexo, amor, historia, política, reformismo, evangelio, infinito, Dios, ? son realidades pensadas, contrastadas y bella y precisamente dichas por Zavoli. Al pasear por los proporcionados, en cuanto a la extensión, capítulos del libro, el lector siente que se está satisfaciendo dentro de sí un deseo: el de que alguien, que sepa, le muestre cómo ha de mirar, para ver, en su altura, anchura y profundidad, lo que tiene delante. Y es que el discurso de un buen narrador funge siempre de colirio clarificador en la legañosa conjuntivitis que nos aqueja e impide vislumbrar en su diafanidad la verdad de los corazones y de las cosas.

Del periodista, al igual que del maestro y del sacerdote, se espera que sea un zahorí, que rastree y desvele las ocultas corrientes vitales que fluyen bajo la superficialidad y la opacidad de las apariencias. En un famoso micro relato de Eduardo Galeano, un niño, Diego Kovadloff, al que su padre llevó un día al sur, para que viera el mar, extasiado el chiquillo ante la azur hermosura del océano, exclamó, dirigiéndose al padre: "¡Ayúdame a mirar!". Así también al periodista.

Sergio Zavoli publicó, además, varios libros de temática religiosa. Citaré sólo cuatro. Son entrevistas: al cardenal Giacomo Biffi, al teólogo Piero Coda y a varias personalidades a las que invitó a participar en un programa que él conducía en la televisión con el título "Credere, non credere". De ahí el genitivo "di Dio". Al español ha sido traducido solamente, que yo sepa, el libro "Viaggio intorno all'uomo" (Viaje en torno al hombre). Es de entrevistas también. Fabulosos los cuatro.

María Zambrano decía que "el alumno comienza a serlo cuando se le revela la pregunta agazapada dentro, la pregunta que, al ser formulada, es el inicio del despertar de la madurez, la expresión misma de la libertad. No tener maestro es no tener a quién preguntar y, más hondamente todavía, no tener ante quién preguntarse".

Del periodista, al igual que del profesor y del sacerdote, se espera que domine el arte de la geomancia existencial humana y que sepa cómo hacer que el flujo de vida que discurre soterrado, incontenible potencial de energía, desarrollo y fecundidad, emerja pujante, valiéndose de esa suerte de cangilones que son, en la noria de las entrevistas, las preguntas, que Sergio Zavoli realizó con tal maestría que podría decirse que resultan, en ocasiones, más interesantes incluso que las respuestas. Y, si de un periodista esperamos que nos ayude a mirar, esperamos igualmente, y con enormes ansias, pues deseamos poner, en la medida en la que se pueda, cierto orden en nuestro anaquel de cuestiones metafísicas, que nos enseñe a preguntar.

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