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OBSERVATORIO

La clave está en Mali, el Sahel

El pasado martes 18 de agosto Mali sufrió un nuevo golpe de estado en el que se hizo dimitir al presidente Ibrahim Boubakar Keïtay al primer ministro Boubou Cissé, que fueron detenidos. Dos días más tarde se instaura oficialmente una junta militar titulándose Comité Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP), prometiendo unas nuevas elecciones "para restablecer la confianza entre el pueblo y su gobierno".

La reacción internacional fue inmediata en descalificar esta nueva rebelión militar y pedir la reposición democrática del gobierno legal. Es muy posible que esta situación se enquiste con el tiempo y afecte a la estabilidad de todo el Sahel Occidental, en un vacío de poder que sería aprovechado por los extremistas yihadistas avanzando en su expansión en la zona.

Cuatro días más tarde, el sábado 22, llegó a Bamako una delegación de alto nivel de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), que es un bloque comercial regional creado en 1975, formado por quince países, para entrevistarse con el Comité rebelde (CNSP) en el que tras una dura discusión no se llegó a ningún acuerdo, quedando bloqueadas las fronteras con los países limítrofes, y lo que es peor, quedó también bloqueado el intercambio comercial y financiero con Mali. Es más, parece que se llegó a insinuar una posible intervención militar en Mali si no prosperan las negociaciones con este Comité.

Por su parte, la oposición al presidente depuesto, la coalición titulada Movimiento 5 de Junio-Agrupación de Fuerzas Patrióticas (M5-RFP), apoya incondicionalmente a los rebeldes con manifestaciones populistas en su favor. Es de señalar que esta oposición ha venido sufriendo la represión violenta de la policía, ante revueltas en el pasado mes de julio, que provocaron 23 muertos y muchos heridos, según la oposición, o 14 que ha reconocido la ONU.

La estabilidad de esta región es de suma importancia para la seguridad de España y de la Unión Europea (UE). El actual diplomático español Ángel Losada, Representante Especial de la UE en esta región desde noviembre de 2015, afirmaba en unas declaraciones a la prensa: "el Sahel Occidental es la frontera de nuestra frontera, la seguridad de nuestra seguridad". Y sentenciaba: "No habrá paz en el Sahel hasta que no haya paz en Mali". Vemos, pues, que Mali puede considerarse la clave para la posible solución de la amenaza yihadista, que ha sentado sus reales en aquella región.

En la actualidad, Mali concentra todos los problemas de la zona: luchas tribales, desgobierno, pobreza y terrorismo yihadista, este último íntimamente aliado con el crimen organizado que explota el tráfico ilegal de drogas, armas y seres humanos. Y ahora con un nuevo problema, de difícil solución.

La crisis actual procede de hace ya más de ocho años, en marzo de 2012, coincidiendo con los movimientos revolucionarios populares que vino en llamarse la Primavera Árabe, cuando se produce un golpe de estado del ejército maliense contra su Gobierno al considerar que éste no había hecho frente con eficacia a la nueva rebelión de los independentistas tuaregs en el norte del país, aprovechado después por diversas milicias yihadistas que operaban en la zona, cercanas a Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), de origen en su vecina Argelia, consolidando una base operativa del islamismo salafista y de sus grupos satélites.

Por otra parte, consumada la derrota militar del Daesh (o Estado Islámico) en Irak y Siria en 2017, estos yihadistas ya asentados en el norte de Mali ven reforzada su capacidad al incorporarse combatientes experimentados huidos de aquella guerra, con sus armas, sumados a los recibidos en su día de la incontrolada Libia tras la caída de Gadafi (2011).

La situación, además, empeora a partir de marzo de 2017 como consecuencia de una mejor coordinación operativa obtenida por la unificación de los tres grupos de influencia de Al-Qaeda allí asentados: Al Morabitúm, Ansar Dine y Frente de Liberación Macina (antigua Muyao), resultando un nuevo "Frente de Apoyo al Islam y los Musulmanes".

Por su parte, el Daesh (Estado Islámico), el otro grupo terrorista que compite con Al-Qaeda por la hegemonía del yihadismo global, viene actuando principalmente en Níger y Nigeria a través de la que ha sido su filial Boko Haram.

La comunidad internacional viene participando con diversas misiones de ámbito militar y civil, de formación y adiestramiento de sus ejércitos y fuerzas de seguridad. En síntesis, en el Sahel Occidental vienen actuando las siguientes formaciones e instituciones:

- El Grupo G5-Sahel, una iniciativa creada en 2014 para dar seguridad en la región tras la crisis en Mali en 2012. Lo forman cinco países de la zona: Mali, Mauritania, Níger, Burkina Faso y Chad.

- La ONU, con la Misión Multidimensional Integrada de Naciones Unidas en Mali (MINUSMA), con más de 15.000 efectivos civiles y militares, que proporciona apoyo operacional y logístico a las fuerzas maliense. En siete años, esta misión ha perdido más de doscientas personas y ha instruido a más de 35.000 efectivos.

- La Unión Europea (UE), participa en el entrenamiento y formación de las Fuerzas Armadas y de Seguridad de Mali y Niger a través de tres misiones:

Una misión militar de entrenamiento al Ejército de Mali (EUTM-Mali), en la que participan 26 naciones en la reconstrucción y formación de unas fuerzas armadas capaces. Aquí se encuentran nuestros soldados, actualmente unos doscientos desplegados en Bamako y Koulikoro, ahora "limitando sus movimientos" tras el golpe de estado, consejo transmitido por nuestro Gobierno. Otra misión de formación de las fuerzas de seguridad civiles de Mali (EUCAP Sahel Mali); y una tercera (EUCAP Sahel Niger) que instruye a la fuerzas de seguridad de este país en la lucha contra el terrorismo, el crimen organizado y el control de la inmigración irregular, con la presencia de nuestra Guardia Civil que lidera la misión GAR-SI (Grupos de Acción Rápida, Vigilancia e Intervención en el Sahel), cuyo objetivo es la creación, formación y equipamiento de seis unidades de Acción Rápida en los países que componen el G5-Sahel y Senegal; además de los proyectos Blue-Sahel y KSAR para reforzar las capacidades de estos países en materia de inmigración irregular y la trata de personas.

- En coordinación con estas misiones los franceses mantienen la Operación Barkhane, que desde 2014 cuenta con unos 4.500 soldados. En este segundo semestre 2020, las fuerzas especiales francesas despliegua en Mali, junto con otras fuerzas de asociados europeos, una unidad conjunta denominada Task Force Takuba, que estará bajo el mando francés.

- El Mando África de Estados Unidos (Africom), con base en Stuttgart, actúa en la zona desde 2012. Son unas fuerzas especiales desplegadas en Níger que operan principalmente en la franja del Sahel entre este país y Nigeria, con la misión de formar y adiestrar a las fuerzas nigerinas en la lucha contra Al-Qaeda, Boko Haram y grupos escindidos. Sin embargo, en su Estrategia de Defensa Nacional de los EE.UU. para este año, parece que la lucha contra el terrorismo deja de tener la primacía de su acción exterior, sin que en estas fechas se haya decidido la reducción de su esfuerzo en esta misión, importante en asuntos de inteligencia y logística.

En definitiva la situación en Mali es grave e indeterminada, con un desenlace incierto, siendo, como se ha citado, la clave para la seguridad futura de España, la UE y de todo el Magreb, zona esta última bien cercana a las costas andaluzas y canarias.

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