La Provincia - Diario de Las Palmas

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LA CURIOSA IMPERTINENTE

Palabras irresponsables

Aumenta día a día mi legión de amigos y amigas que ya no ven las noticias ni leen los periódicos, hartos de esta tortura diaria de los números del Covid, la ruina, las tragedias y la culpa de los españoles, que por algo será que vamos los primeros en contagio y los últimos en gestión inteligente y que son necesarias más sanciones y más restricciones y que Madrid anuncia medidas dolorosísimas y son una birria de medidas. Que parece que al dolor y la culpa que provoca la pandemia hay que añadir las delaciones y la rabia y el ¡Ya os lo decía yo!

Una querría no ver las noticias tampoco pero las ve. Y si cuando sale a la calle mayoritariamente encuentra gente responsable, todos con mascarilla, salvo algunos jóvenes a los que le gustaría llamar la atención pero no se la llama, en la prensa abundan los comportamientos y palabras irresponsables de personas que por su cargo deberían hacer gala del más alto grado de responsabilidad, prudencia y sentido común.

Ya nos sorprendió poco antes de que la tragedia se manifestara en toda su crudeza el presidente de Castilla la Mancha, hombre que solía ser sensato, pero que se desató acusando a los docentes de buscar con la cuarentena vacaciones en lugar de prudente aislamiento. Aún no ha pedido perdón. Hoy vuelve la fiera y justifica los contagios manchegos llamando a Madrid bomba vírica. Un ataque bastante cainita. Sin más

En esta pandemia cruel, lo peor es la insolidaridad. Y lo siguiente la irresponsabilidad. Ahí tienen al ministro o lo que sea Castells, que también se ha despachado a gusto, afirmando que no tiene plan B y que solo consiste en sobrevivir como podamos. Eso ya lo sabemos nosotros, y más desde que el propio presidente nos animó a salir y disfrutar en junio porque el virus estaba vencido, y a la vuelta del verano nefasto riñe a la gente porque ha disfrutado demasiado.

A las palabras irresponsables se las lleva el viento, como a las sabias. Esa debe de ser la razón que mantiene a tanto boquilargo en su cargo. Esa, el regustito del poder y sus sabrosos emolumentos.

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