No aparenta su edad, porque está joven y con gran energía, pero ha llegado el momento de despedir y agradecer a Monseñor Francisco Cases todo el trabajo pastoral y de animación que ha realizado en la diócesis, deseándole los mejores parabienes en esta merecida jubilación que ya se tiene más que merecida. Ya cuando cumplió los 65 años nos decía que era un jubilado, pero él siempre estuvo con energía alentando y animando las comunidades. Yo creo que no existe parroquia que no haya visitado y comunidad que no haya visitado, incluidas las islas de Lanzarote y Fuerteventura, acercándose siempre con buena disposición y viendo el lado humano y esperanzador que todo cristiano tiene que desprender. En la cercanía tiene un fino sentido del humor que derriba todas las barreras.

Siempre que pudo acudió a las clausuras de cursillos de cristiandad y ponía el broche final del cursillo, haciendo una breve y acertada síntesis de todo lo que los cursillistas y rollistas habían experimentado ante esa llamada del Señor a trabajar en su Viña y a prepararnos en el cuarto día del cursillo. Incluso nos decía que no nos dejemos arrastrar por el momento emocionante de la clausura como un fin en su mismo, sino que perseveremos en el cuarto día.

Como digo, no creo que haya comunidad, Monasterio, congregación, movimiento que no haya alentado y animado, pues esta labor es la fundamental en la de ser Apóstol de Jesús. Ha puesto especial celo en el Seminario Diocesano el cual ha revitalizado. Solo me queda desearle que allá donde vaya, probablemente a Alicante, siga llevando esa frescura evangélica que llegue al corazón de los feligreses y los renueve. Gracias de corazón Don Francisco.