Fuerte caída en la calificación de los políticos, y estremecedora la de los miembros del Gobierno. Lo fácil: todo debido a la crisis. Pero la crisis económica no lo explica todo, y negar que hay también una crisis de legitimación política es negar la evidencia. Se quiera ver o no, el modelo partitocrático ya no es sostenible, ni lo es la convivencia de una Cámara de resonancia (el Congreso) y una de aire (el Senado), ni tal vez lo sea la canalización de la voluntad popular de forma exclusiva a través de la elección de representantes, sin consultas directas. El modelo de 1978 se ha hecho viejo, como dice el profesor Muñoz Machado, uno de los pocos adalides académicos, por ahora, de la reforma constitucional. Si se emprendiera, la del modelo territorial sería sólo un tema entre varios. ¡Qué error, negarse a ver que o se reforma y restaura el régimen de 1978, o se lo come la carcoma!