Llevaba meses reflexionándolo, pero fue este lunes cuando decidió renunciar a su cargo de alcaldesa de Artenara "por motivos estrictamente personales", según rezaba el escueto comunicado del ayuntamiento.

Josefa Díaz Melián, conocida por todos como Eva, está al frente de la corporación artenarense desde hace casi tres años, cuando su partido, el PP, ganó las elecciones de 2011 en el municipio cumbrero por mayoría absoluta.

Eva, a la que le apasiona la política, estaba "ilusionada" con su trabajo en el ayuntamiento y "muy orgullosa" de ser la alcaldesa de su pueblo natal, según ha confesado. Sin embargo, razones ajenas a su voluntad le han obligado a dimitir para seguir como concejala rasa durante el resto del mandato.

Detrás de esa decisión "estrictamente personal" se encuentra el verdadero motivo que hace que las políticas no sean iguales a los políticos. La verdadera razón de la renuncia de Eva es no poder compatibilizar su vida familiar con la política, su vida privada con la pública. La famosa conciliación familiar con la que los políticos se llenan la boca pero que son los primeros en transgredir.

Eva tiene dos hijos pequeños que necesitan especial cuidado. Su marido trabaja en el Cabildo y ella es funcionaria en excedencia de la Comunidad autónoma. Además de todo esto, vive en Las Palmas de Gran Canaria, lo que le obliga a subir todos los días a Artenara.

A pesar de ser una mujer moderna que se multiplica para atender todas sus obligaciones, tanto en su casa propia como en la consistorial, Eva no es superwoman, no tiene superpoderes, algo que se les exige a las mujeres con cargos públicos, no así a los hombres. ¿Alguien se imagina a un alcalde de cualquier pueblo de Canarias dimitiendo porque su cargo no le permite atender adecuadamente a su familia, cuidar a sus hijos como quisiera?

Las políticas no son iguales que los políticos. Las mujeres públicas son distintas a los hombres públicos. Con el nombre de ellas se juega peyorativamente, con el de ellos no. Es un sarcasmo que la alcaldesa haya elegido un 10 de marzo para anunciar su renuncia. El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer (trabajadora o no), habría sido el ideal para llamar la atención y formular públicamente la denuncia sobre la desigualdad de género también en la política. No pudo ser porque tocó en fin de semana, pero el primer día laborable siguiente presentó su dimisión.

Eva, a pesar de su nombre, no es la primera mujer. Tampoco la primera que renuncia a sus cargos en política para atender mejor a sus hijos porque como alcaldesa apenas le queda tiempo, a pesar de ser Artenara el municipio menos poblado de la Isla.

Ciertamente, Eva no es la primera mujer que dimite por razones extrapolíticas. Ni, desgraciadamente, será la última.