Canarias: la guerra invisible es un reciente libro recopilatorio de artículos y conferencias publicado por Ángel Tristán en Ediciones Idea. Entre los diferentes asuntos de temática militar que trata, cita brevemente un episodio relacionado con los famosos "ovnis" avistados desde Canarias en los años 70, que no lo fueron, ya que se trató de lanzamientos de misiles Poseidón desde submarinos norteameri-canos en el océano Atlántico.

Tristán se refiere en la página 29 del primer tomo de su libro a un "resplandor fugaz en el cielo que pudo verse desde la costa de Gáldar y desde Las Canteras". El autor sitúa en suceso en 1975, una errata, ya que de los cinco sucesos observados desde Ca-narias producto de lanzamien-tos balísticos entre 1974 y 1979 ninguno ocurrió en ese año. Es probable que se refiera a uno de los más conocidos, el que tuvo lugar la noche del 22 de junio de 1976. "Investigado y desclasificado", continúa Tristán, "los expertos del Ejército del Aire no descartaron que pudiera tratarse de un lanzamiento de prueba de un misil sin carga". Con este detalle, en cambio, parece referirse al caso de 1979. "Esta teoría pragmá-tica no es compartida por los ufólogos, que se decantan por el platillo volante, mucho más atractiva para ellos". Por supues-to: su deseo de figurar aun con opiniones ridículas ante los aficionados cultivados en la desinformación los ha llevado a defender hasta hoy la naturaleza mis-teriosa de esas observaciones. ¿Qué ocurrió la citada fecha de 1976 con el mal llamado "ovni de Gáldar"?

Alrededor de las 22.30 horas de aquel día se observó una especie de cohete que surgió del mar en la lejanía ascendiendo en diagonal hacia el cielo. Iba despidiendo una intensa luz roja que se desvaneció posteriormente para formar nubes en espiral. Se formó una inmensa cúpula transparente sobre el océano de color blanco azulado que fue difuminándose con el tiempo. Multitud de personas desde todas las islas, no solo desde el norte grancanario, contemplaron el espectáculo celeste, al que la prensa dedicó páginas enteras los días posteriores. Algunos barcos, como la fragata Atrevida de la Armada Española y el carguero Osaka Bay, divisaron el fenómeno desde el sur de Fuerteventura y desde unos 400 kilómetros al sur de La Gomera, respectivamente. El fenómeno fue etiquetado como "ovni" acertadamente en principio. De entre todos los testigos, la prensa destacó erróneamente a un médico de Gáldar, Francisco Julio Padrón León, que aseguró que había visto "dos seres vestidos de rojo dentro de una esfera transparente de treinta metros de diámetro". El periodismo más amarillista, dominante en este campo, divulgó a partir de entonces el relato distorsionado de esta persona, cuando decenas de testimonios del mismo fenómeno no hicieron mención alguna a "seres" o "naves", sino a una gigantesca esfera luminosa y a unos destellos rojizos en su interior. El médico Padrón no estaba contemplando otra cosa distinta de la que innumerables habitantes de las islas observaron aquella noche.

¿Qué fue lo que observaron realmente los canarios aquella noche? Sencillamente el efecto en la alta atmósfera del combustible de un misil al reflejar la luz solar. Nadie supo de entrada qué era aquello, ocasión propicia para que la percepción nos juegue malas pasadas, como puso en evidencia Manuel Borraz en un ejemplar ensayo sobre éste y otros casos similares (Los gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios, 1992, accesible en http://www.ikaros.org.es/galdar.pdf): el Dr. Padrón habría realizado una interpretación aberrante de lo que veía, influido por la enorme sorpresa, el lógico temor y sus ideas espiritualistas y religiosas, como queda de mani-fiesto en sus posteriores declaraciones. De ahí en adelante, por obra y gracia de los figurones del ocultismo español, se convirtió en el testimonio central del epi-sodio.

El suceso tomó tintes aún más grotescos cuando Diario de Las Palmas comentó en su edición del día 25: "Anoche se repitió otro extraño fenómeno en la zona noroeste de Gran Canaria. Algunas personas, que no han querido revelar sus nombres, entre ellas un médico, afirman haber visto un objeto extraño, redondo y transparente, de dos pisos de altura y que se posó en las cercanías de Piso Firme, entre Agaete y Gáldar, con dos figuras de color rojizo que se movían, despegando con el aparato a los pocos segundos". Evidentemente estas personas habían leído las noticias de los días anteriores y trataban así de dar crédito a la aparición de una finca de cebollas quemada el día 24, que fue relacionada con la observación del día 22. O simplemente se trató de un despiste monumental de la prensa que confundió declaraciones de días posteriores al 22 con un nuevo fenómeno. El propietario de la finca donde supuestamente se habría posado el platillo volante no entendía nada: "Yo regué las cebollas ayer mismo" (el día 24) "y hoy me encuentro con este círculo muy dañado" (La Provincia, 26-6-1976).

El ensayo de Manuel Borraz era más que suficiente para eli-minar el misterio de este caso y otros semejantes ocurridos en el mismo lustro, pero ya sabemos que en el terreno de los asuntos paranormales predomina la credulidad y el afán de manipulación sobre cualquier interpretación racional y sensata. La explicación quedó definitivamente asentada cuando, en 1999, Vicente-Juan Ballester Olmos obtuvo datos de lanzamientos de los Poseidones norteamericanos en el Eastern Test Range (océano Atlántico): las coincidencias llegaban al minuto en algunos casos. La Revista de Aeronáutica y Astronáutica del Ministerio de Defensa publicó nuestros hallazgos en 2001, artículo accesible en http://www.ikaros.org.es/mi-siles.htm.

La creencia en los platillos volantes, de la que este suceso canario no es más que otro ejemplo engordado artificialmente, se originó en Estados unidos en 1947. Más de sesenta años después no existe ni una sola prueba de que alguna de esas historias sobre visiones de naves, seres y contactos haya sido causada por auténtica presencia extraterrestre en el planeta; al contrario: el fenómeno se ha comportado como todas las leyendas impulsadas por el deseo humano de maravillas, alimentado por gente con escasos escrúpulos.