Quieren ver diáfano ahora, amigos, en qué consiste el llamado pleito insular? Aquí lo tienen resumido: la patronal turística grancanaria frente a la de Tenerife (Ashotel), a cuenta de la aprobada Ley de Renovación y Modernización Turística, cuya onerosa parcialidad a favor de la tinerfeña mantiene enfrentadas a ambas organizaciones. Y es que toda acción provoca una reacción, cosa que vemos con claridad incluso en los experimentos químicos de laboratorio.

Los caprichosos epígrafes a) y c) del Artículo 4.2 de la mencionada ley han provocado la reacción en bloque del mundo empresarial turístico grancanario, porque entiende que es excesivamente intervencionista por parte del Gobierno que preside Paulino Rivero y vicepreside el grancanario del PSOE José Miguel Pérez. Esto que aprobaron es la clave de la acción, y su reacción, la protesta del ministro de Turismo José Manuel Soria ante el Tribunal Constitucional.

Así pues, si malo muy malo es el recurso del ministro José Manuel Soria, al que le llovieron las críticas, malo muy malo es lo aprobado en la Ley de Renovación Turística. Una cosa por la otra. No vengan aquellos a echarle toda la culpa al popular, dejando por mi parte claro que de unos y de otros me encuentro a muy larga distancia.

Sin embargo, desde mi alejada equidistancia me hago preguntas, como se las harán muchos grancanarios que me siguen en estos trazos y son: ¿por qué don Paulino Rivero Baute le impone por las bravas a Gran Canaria, en ámbitos del sector turístico, lo que no se atreve a imponer a Tenerife? ¿Puedes tú, lector, imaginarte que este escenario intervencionista tan radical, no contando con la patronal implicada, puede darse con los empresarios tinerfeños? ¿Quién es el guapo que se atreve? pregunto.

Con el maniqueo señuelo del control del suelo edificable, a Gran Canaria se le ponen cadenas a su libre desarrollo de la oferta turística, cuando hoy no está a la altura de la demanda. ¿Qué ha traído aquella burda maniobra? Lo no deseado: el recurso interpuesto por el gobierno de Rajoy en respuesta de lo que parece inconstitucional Ley de Renovación Turística, consiguiendo inseguridad jurídica que, de momento, espanta nuevas inversiones ya que pueden quedar fuera de normativa si el recurso no prospera. Con esto, parálisis total en un sector primordial de la economía grancanaria, todo por culpa de la rivalidad enfrentada (el pleito insular) de Tenerife y Gran Canaria. ¿Cuánto se habrá de esperar para que el Gobierno Canario de verdad gobierne pensando en que no está ahí para hacer lo que le da la gana, más bien para obrar según aconseja el buen sentido común y recto proceder sobre las cosas de todos, buscando la equidad y la justicia?

La desactivación de este absurdo arrojadizo de nacionalistas y socialistas contra el Gobierno de la nación, el PP -recuérdenlo, antiguo compañero de viaje de Coalición Canaria-, tienen la obligación de acometerla ya, no prolongando más este insoportable estado de impasse, que más que beneficiar a algunos, lo que consigue es perjudicar a todos. El recto pensamiento nos dice que cada isla debe desarrollar su propia musculatura turística como mejor pueda, sepa y le convenga en cada circunstancia, porque lo que hoy es mañana puede no ser, evitando el intervencionismo restrictivo de los políticos para una de las partes (Gran Canaria) que, como se ve, éstos, lo único que consiguen es embrollar y dificultar todo lo que tocan. A ver si al menos reparan en que la provincia oriental, teniendo menos habitantes que la occidental, persiste durante más tiempo con mayor incidencia de paro, y no parece lógico. A algo que no está equilibrado se deberá.

La principal industria económica del Archipiélago, el turismo, debe crecer y alcanzar en todas las islas los estándares de excelencia conforme a lo que demanda el cliente en cada momento. La oferta debe ser lo que pide el consumidor, con la única excepción de las necesarias limitaciones medioambientales. Y en cuanto al problema de fondo, por aquí todo el mundo calladito. Unos, porque comen del pesebre, y otros, por que no les tilden de insularistas; pero son los áticos los que están de manera permanente montados en la burra del insularismo ventajista. A tanto llegan, que se atreven a decirnos lo que nos conviene, que en realidad es aquello que más les interesa para eternizar su hegemonía de partido que jamás ha ganado con claridad unas elecciones, pero que viene gobernándonos hace más de veinte años.

En Gran Canaria han arrasado con todo. Se lo han llevado. Desde Tenerife nos gobiernan en perfecto tándem (con PP o PSOE, da igual) a golpe de teléfono. Y de nuestra dignidad, los de aquí ¿qué han hecho? ¿A qué precio la han vendido?