El próximo 22 de mayo más de 35 millones de españoles están llamados a las urnas para elegir a 8.000 alcaldes y trece presidentes de comunidades autónomas, además de los dos de Ceuta y Melilla. Pero esta vez la convocatoria es algo más que unas elecciones municipales y regionales. Los electores son conscientes de que van a ser protagonistas del ensayo general de los comicios de 2012: lo que suceda el 22-M será una premonición del partido que llevará a su candidato hasta el palacio de La Moncloa.

Las elecciones locales llegan en un momento de crisis económica e incertidumbre ante el futuro. El PSOE intentará contener la terrible sangría de votos que le predicen todas las encuestas. La última, el Eurobarómetro, coloca a los ciudadanos españoles como los más descontentos, junto a los de Eslovenia y Letonia, con la gestión de su gobierno: el 86% cree que el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero no ha sido eficaz a la hora de enfrentarse con la crisis. Un dato muy negativo si tenemos en cuenta que en la misma encuesta el 58% de los españoles manifiesta en estos momentos que lo peor está por venir.

Malos presagios para Rodríguez Zapatero y el PSOE. Porque a los socialistas les está costando explicar y hacer comprender a la opinión pública española que las reformas, sobre todo las laborales, son necesarias para el futuro económico de España. Los mercados no tienen rostro, los parados sí. En este mismo periódico se publicaba hace días una frase pronunciada por un agraciado de la Lotería del Niño que es un certero ejemplo de lo que realmente duele en estos tiempos de crisis: "Lo que Zapatero me quitó [se refería al cheque-bebé] me lo ha dado el azar". La gente común no entiende de mercados financieros y especuladores sin escrúpulos, origen de una crisis económica que ha provocado situaciones familiares dramáticas. La única realidad de la gente, de los parados, es que no llegan a final de mes y que el sacrificio que se les pide no está siendo proporcional con otros sectores de la sociedad. Y eso desanima y entristece.

Con este telón de fondo se enfrenta el PSOE a las elecciones del 22-M. El peor escenario para los socialistas sería perder bastiones tradicionales como Andalucía o Castilla-La Mancha (donde el PP ha puesto todo su empeño con la candidata María Dolores de Cospedal, número dos del partido) o ciudades con tanto simbolismo como Barcelona o Sevilla.

El PP, mientras tanto, tiene que demostrar en estos comicios que los buenos datos de las encuestas se traducen en más gobiernos autonómicos y municipales. Mariano Rajoy, que sin mover un dedo se está beneficiando de la imparable erosión de Rodríguez Zapatero, podría verse acosado por las críticas internas a su liderazgo si los resultados no son los esperados. La presidenta madrileña Esperanza Aguirre no le deja pasar una y ha sido muy crítica con la forma en que ha resuelto la crisis en Asturias, incluida la salida de Francisco Álvarez Cascos del partido.

¿Y qué pasará en Canarias? Aquí, más de lo mismo. Como casi siempre. Con una ley electoral que impide que los residentes en las islas disfruten de la necesaria calidad democrática, todos sabemos que tras el 22-M no gobernará el partido que más votos obtenga sino los dos que se pongan de acuerdo. Todo parece indicar que el PSC-PSOE, que de ser el más votado en 2007 puede pasar a ser el tercero, está dispuesto a hacer de tripas corazones para pactar con Coalición Canaria. Demasiado tiempo sin tocar el poder autonómico: casi 20 años. Y Nueva Canarias, mientras tanto, pone el grito en el cielo y deja caer el rumor de un futuro acercamiento al PP en el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Telde. Para esto y mucho más da el surrealismo insular. Solución: el día después del 22-M.