Por segunda vez en dos semanas todos los partidos políticos con posibilidad de lograr representación en el ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria han vuelto a sentarse alrededor de una mesa. El objetivo, fallido a medias en la primera y exitoso en la segunda, era llegar a un consenso. No se logró liberar a las farolas de la publicidad electoral y sí, en cambio, amarrar el compromiso de todos ellos a salvaguardar los fondos necesarios para llevar a buen puerto la carrera por la Capitalidad Europea de la Cultura, sea quien sea el que alcance el gobierno tras el 22 M.

Aventurar atisbos de pactos entre los cuatro candidatos -CC, PSOE, PP y NC- es asunto de pitonisos, aun cuando todos los sondeos electorales publicados hasta el momento apuntan una más que segura necesidad de un acuerdo de gobierno y la poco probable consecución de la mayoría absoluta de ninguno de ellos, ni el PSOE de Jerónimo Saavedra ni del PP de Juan José Cardona.

Con todo, el cónclave y la voluntad de los postulantes para dialogar se acerca mucho a una vieja aspiración del actual regidor. Saavedra pierde los vientos por llegar a emular aquí, sea en la capital grancanaria sea en el Ejecutivo, un gobierno a la austriaca o de gran coalición como las que se rubrican en el centro de Europa en favor del interés general.

Acaricia esa posibilidad pese a que a la dirección del PSC-PSOE le ponga los pelos de punta sólo su simple mención. Por no contar el fos de los populares a cualquier acercamiento a socialistas o a los seguidores de Nardy Barrios bajo el marchamo de Compromiso. (NC parece única novia segura). Menos aún ahora que Cardona, y por ende el presidente regional del PP, José Manuel Soria, acaricia la vuelta al Consistorio.

Con pacto multitudinario o sin él (más bien sin él) al menos es de agradecer a todos ellos que aparquen sus cuitas electorales en asuntos que son de interés para la ciudad y busquen un consenso que luego, probablemente, será imposible.