En esta sociedad tan mediática hay que llamar la atención sobre personas que han sido injustamente tratadas. Es gente con méritos que por recelos y mezquindades tan vinculadas a nuestro carácter no han sido reconocidas como merecen. Es el caso de Andrés Padrón, el coleccionista del cine que ha querido donar su importante colección a la ciudad sin éxito hasta ahora. Despreciado e ignorado por muchos, de él dice el licenciado en Historia del Arte Ramón del Pino que su colección es "un cofre de tesoros foto-cinematográficos de más de tres millones de imágenes formado por fotografías, diapositivas, placas, negativos, carteles, programas de mano, guías publicitarias y cromos, objetos de valor histórico-artístico incalculable. Se trata de una joya de la historia del cine, una herencia cultural de la que incomprensiblemente no ha germinado una fundación o un museo. La realidad es que esta alhaja yace latente, dormida bajo el mimo de su mentor, esperando un gesto de responsabilidad política tantas veces prometido que evite que este patrimonio documental quede desmantelado o sucumba al paso del tiempo, al deterioro sin remedio, al olvido." Andrés se ha cansado de esperar un gesto de responsabilidad política tantas veces prometido y nunca alcanzado. ¿Para qué están los responsables de Cultura de las distintas instituciones? Sus primeros autógrafos los logró de Gregory Peck y John Huston cuando vinieron a rodar Moby Dick en los años 50. Entre Las Palmas y Tenerife está la colección que todavía espera el gesto cómplice de alguien para salvaguardar ese patrimonio. Autógrafos y fotografías de las estrellas, los rodajes, el maquillaje y el vestuario, un álbum de gran interés que Andrés facilita generosamente a quienes se lo solicitan. El valor histórico de esta documentación es de gran importancia, pues se trata de material básico para actividades artísticas referidas al mundo del cine: fotografía, pintura, escultura, decoración, montaje, moda. Con 70 años, Andrés tiene vitalidad para rato pero ya es hora de que se acepte su idea, de que alguien acoja la propuesta.