Siempre hemos pensado que los actos conmemorativos no deben convertirse en rescate de nostalgias o en estériles relatos de arqueología. Por el contrario, creemos que han de aprovecharse para a la vez que se planta un hito, hacer valoraciones que permitan seguir mirando hacia adelante. Decimos esto porque mañana se cumplen cincuenta años de la apertura del Mirador de La Cilla, en Artenara. El hecho no es intrascendente si valoramos el revulsivo que supuso en los planos turístico, económico y social. Estas pequeñas industrias son productivas cuando están encadenadas en un sistema que las articule. Dos presidentes del Cabildo de la talla de Matías Vega Guerra y Federico Díaz Bertrana tenían un concepto integral de la Isla, y en su línea política no quedó fuera el fomento del turismo interior. Así, en los años sesenta se crearon atractivos miradores como Jardín Canario, El Lasso, San Matías (Teror), Montaña Cabreja (San Mateo), La Cruz (Firgas), El Helechal (Valsequillo). Los isleños y los turistas podían disfrutar de un circuito gastronómico y paisajístico. Pero con los años, parte de ese patrimonio quedó descuidado y en ruinas. Los huevos se pusieron en la cesta del Sur por donde pasaba el caudaloso río de monedas y el granero de votos para la rentabilidad del cargo. Estos miradores y estos pueblos no ofertaban ni una cosa ni otra. En toda la etapa democrática siempre han sido la asignatura pendiente del Cabildo. La Cilla tuvo sus vaivenes y los cuatro años (2007-2011) que permaneció cerrado sirvieron para medir el fracaso en la gestión insular. Hace cincuenta años significó un revulsivo local importante. El encargo del proyecto a un arquitecto de la talla de Nicolás María Rubió y la dirección de obras al artista Santiago Santana fue un acierto. Se creó un hito que ahora se disfruta como referente del patrimonio insular. El atractivo turístico y la conversión en incipiente escuela de hostelería local fue una oportunidad. En cincuenta años La Cilla ha acumulado una historia doméstica de singular interés. Aproveche lector la efeméride para subir a las cumbres y extender la mirada sobre una panorámica que le hará soñar frente a las rocas excelsas de la Isla.