El lunes será el primer día laboral, por así decirlo, de los nuevos ayuntamientos, que tendrán que aplicar en el próximo cuatrienio todas las propuestas y soluciones lanzadas en la campaña electoral primero y ayer en los discursos de investidura de los alcaldes. La realidad suele ser muy majadera y rebelde con los planes que hacen los políticos y muchas veces no hace caso a sus palabras.

Así, cuando alcaldes y concejales lleguen a sus despachos poco tiempo tendrán para sentarse ante sus escritorios si es cierto, como han pregonado, que piensan darlo todo, todo, con ahínco y mucho trabajo, por el beneficio de todos los ciudadanos. El cambio de mandato no es borrón y cuenta nueva de lo anterior al 11-J porque, lamentablemente, los problemas siguen o crecen y no se quitan porque el alcalde o concejales tengan distinta cara o nombres.

De hecho, estos cuatros años son una suerte de reválida a los políticos, ese segmento de la población que el resto de los mortales consideramos el tercer problema de nuestras vidas. De ellos depende recuperar la confianza con hechos y no palabras, de presentar una realidad sociopolítica que ilusione a todos.