Christine Lagarde ha echado más leña al fuego de este sistema económico esquizofrénico y disparatado que padecemos. En medio del intenso debate surgido a raiz de la reforma constitucional, la directora del FMI dice a los cuatro vientos que estamos ante una nueva recesión mundial y todo ha vuelto a ponerse patas arriba ¿Para qué sirve entonces esta modificación de la Constitución si cualquier manifestación o movimiento financiero puede disparar de nuevo la especulación de los "mercados" y poner al país al borde la quiebra?

En esta vorágine cortoplacista planificar algo que va a suceder dentro de varios años se antoja un brindis al sol porque para entonces no sabemos lo que podrá ocurrir. Los gobiernos están acogotados y no pueden tomar decisiones que nos den un poco de respiro, ya que si no sabemos lo que va a pasar mañana difícilmente se puede pretender fijar, como si de un dogma se tratase, el techo de un déficit que no conocemos.

Es hora de poner coto a tantos desmanes y declaraciones que sólo sirven para que el desasosiego nos atenace. Con este panorama nadie sabe adónde vamos a ir a parar ¿Lo sabe la señora Lagarde?.