Este periódico se adentra hoy en dos acontecimientos históricos que tienen el denominador común del sur de Gran Canaria y el telón de fondo del turismo, principal sostén económico de la isla. Si hace dos siglos y medio fue un tsunami el que trajo las dunas a Maspalomas y si hace 50 años empezó a planificarse el municipio turístico por excelencia al calor de aquella generosa cordillera de arena, es obligatorio hacer una doble reflexión que pasa por el esfuerzo de todos: investigadores, instituciones y empresarios, para encontrar el antídoto que acabe con el veneno que cada año se lleva miles de centímetros cúbicos de arena y para que las obras del Consorcio de Rehabilitación salgan adelante sin más dilaciones. En el segundo de los asuntos, ha quedado demostrado que la división y los enfrentamientos políticos sólo conducen al fracaso. Tampoco basta el conformismo de limitar a una parca renovación de hamacas y sombrillas la regeneración de la deteriorada oferta al turista. La economía de esta tierra necesita con urgencia inversiones a corto plazo para garantizar el futuro más cercano: llevar a cabo ya la regeneración de las dunas y renovar la planta alojativa y la trama urbana del Sur.