Visto y comprobado. Las cosas ya no duran lo que antes. Los fabricantes de todo tipo han hilado fino y a la hora de confeccionar un producto calculan al milímetro su duración. Todo para que la productividad no se estanque y, por ende, la rentabilidad. Los televisores de hace unos años o los automóviles de otra época funcionaban mucho más tiempo que ahora. La obsolescencia programada existe. La mejor prueba está en un documental producido por Mediapro, en colaboración con TVE y TV3, que narra cómo desde los fabricantes de bombillas o la mismísima Apple y su gama de juguetitos electrónicos fabrican con fecha de caducidad. Las grandes empresas de bienes de consumo se aferran a la renovación obligada para perpetuar sus ventas. La estrategia calculada puede ser la causante de que, ahora, más que nunca, algunas de las corporaciones industriales se vean obligadas a revisar sus artículos una vez comercializados. El lema: ajustar al máximo los ciclos de vida de los artículos para que sirvan lo justo. Por cierto, ahora que estamos en rebajas aproveche para cambiar el microondas o reciclar la caja tonta, que tienen un 20% de descuento, aunque no duren lo que antes.