Si la situación en Japón se acerca al Apocalipsis, como ha dicho (de forma excesiva, creo) el comisario de Energía de la UE, ¿estaría bien pensado que la energía nuclear fuera La Bestia y en Japón asomara la punta de su hocico? El Apocalipsis es un libro extraño, que sólo cabe leer con provecho si uno se coloca un poco (a ser posible por medios naturales), sacando al cerebro fuera de la calzada y sus señales de tráfico. Se supone que La Bestia es un agente absoluto de caos, horror, muerte y exterminio. Se echa en falta que los teólogos del Vaticano y el mismo Papa muestren liderazgo ecuménico ocupándose de la amenaza de La Bestia sobre la supervivencia a medio plazo de la especie, en lugar de echar a la hoguera, identificándolos con el Anticristo, a los intérpretes del Evangelio que intentan saber cómo era de veras Jesús de Nazaret. Sobre La Bestia real, en cambio, Roma ni palabra.