Los últimos acontecimientos conocidos invitan -casi obligan- a estrujarse el cerebro en busca de soluciones económicas con que aliviar la angustia del Cabildo por tener que soportar ese banderón de proa que acaba de resucitar, no hace ni dos semanas, y que ha tenido que arriar, bien porque no corre ni aire, bien porque corre más de la cuenta. Pero, tranquilos, que con 2.000 euros se iza de nuevo.

Por ejemplo, para ahorrarse tanta subida y bajada de bandera todos los meses, que al final costará del orden de 24.000 euros al año a todos los grancanarios, se podría mantener un viento constante dándole algunos apaños al invento. Así, por ejemplo, se podría comprar un cañón de aire, algo así como un ventilador gigante, que aplique los 30 kilómetros por hora necesarios de viento cuando no se mueva un pijo. Y cuando haya ventolera, apagar el aparato y dotar al palo y al banderón de sendos velcros para que, en una andanada ventosa, se queden los dos pegados y el paño no pueda caerle encima a un coche. Y para que las palmeras no estorben se podría construir un mástil tipo Lego, al que ir poniéndole piezas encima a medida que la palmera de al lado crece un poco. Sea todo por ahorrar.