El alcalde de Madrid se vanagloriaba en una reciente entrevista radiofónica del aire puro que se respiraba en Madrid. Ignoramos si el entrevistador o él llevaban puesta en ese momento una mascarilla, pero muchos de los que los escuchábamos sí. Por prescripción facultativa. Me lo dijo el médico:

-No esperes curarte esa bronquitis en este Madrid tan contaminado.

-No puedo irme, no ahora.

-Pues ponte una mascarilla. Aunque no sirve para nada, quizá te funciona el efecto placebo.

Ahí estaba yo tosiendo, a la espera del efecto placebo, mientras me tragaba las partículas aéreas de basura a las que el alcalde llamaba aire purísimo. Claro que Gallardón también dice que una deuda de 7.000 millones no es una deuda. Y que Rajoy es un líder nato. Y que Ana Botella es una rebelde. Por cierto que también Ana Botella salió en la radio, al día siguiente de su jefe, para afirmar que lo que asfixiaba a los madrileños no eran las dioxinas, sino el paro, como si no fuera posible que te ahogaran dos cosas a la vez. En los manuales de suicidio se aconseja a los aficionados al tiro en sien que se lo den con una soga atada al cuello, para ahorcarse al caer, por si fallara la bala. En Madrid, cuando falla el dióxido de carbono, te corta la respiración el paro.

Hay gente con una doble personalidad alternativa. Es el caso del doctor Jekyll, que por las noches es Hyde. Algunos políticos pueden ser las dos cosas a la vez, en el mismo instante, o sea, de forma simultánea. No es fácil. Viene a ser como freír y no freír al mismo tiempo un huevo. O como toser y no toser a la vez. En Madrid disfrutamos sincrónicamente de un aire pestífero y puro, de una atmósfera legal e ilegal. De modo que tienes que quejarte y alegrarte de ella a la vez. Es la consecuencia de tener un alcalde que es y no es alcalde, que es y no es político, que aspira y no aspira a presidir el gobierno de la nación. Los ciudadanos, menos polivalentes que Gallardón y Ana Botella, sólo somos capaces de hacer una cosa. De momento, nos envenenamos con esta atmósfera letal inexistente y pagamos con unos impuestos del copón una deuda imaginaria.