Se cuenta que en una olimpiada hace años, en una prueba muy disputada de atletismo, ganó la medalla de oro, y batió el récord mundial, un atleta desconocido. Se le hicieron pruebas antidopaje y resultó totalmente limpio. Sin embargo, se descubrió que no representaba a ningún país y ni siquiera estaba federado. Era un perfecto impostor. Se le descalificó, se le despojó de su medalla y hasta recibió una importante sanción. Casi nadie cayó en la cuenta, ni defendió, que su triunfo y plusmarca habían sido sanos y verdaderos. Había corrido bien y había sido el mejor. Un perfecto impostor, a pesar de todo. En la normativa económica, financiera, y especialmente fiscal, de nuestro país muchas veces nos regimos por requisitos formales que no garantizan en absoluto el fondo del cumplimiento de la norma, sino sólo el cumplimiento de aquellas formas.

Ha habido recientemente gran polémica y problemas en materia fiscal sobre el ejercicio o no de verdadera actividad económica por parte de determinadas sociedades. El paradigma de la exigencia de requisitos formales para la consideración del ejercicio de verdadera actividad económica es la explotación de inmuebles en arrendamiento. La legislación española exige que para que el alquiler de inmuebles se considere actividad económica se ha de tener, y demostrar, un establecimiento abierto al público y un empleado a tiempo completo, sólo para esta actividad. No se puede compartir tales medios con otra actividad.

En mi modesta opinión, la ordenación de medios para la obtención de un resultado económico ya es en sí misma una actividad económica. Todos los requisitos añadidos, meramente formales, que tergiversen esa realidad sólo están haciendo eso, tergiversado la realidad. Se debe simplificar el requisito formal y bastaría la discriminación voluntaria de la persona física en sus declaraciones. En sociedades se ha de admitir la actividad sin requisitos, máxime cuando significa la "tercera edad" de muchas pequeñas empresas.

Este es sólo un ejemplo de la complejidad gratuita que mucha normativa impone, en base a requisitos formales, a los agentes económicos de este país. Estos días he pasado tres horas, de espera, en una consejería de hacienda, sólo para presentar un impuesto exento por ley. Es decir, para un requisito meramente formal. Este país necesita mucha más eficiencia. Hemos de primar la creación de valor añadido y debemos luchar contra cualquier requisito o procedimiento administrativo que sólo suponga un lastre innecesario y un despilfarro de recursos.

La realidad es que nuestro atleta impostor corrió, ganó y batió el récord. Los requisitos formales pueden tener cualquier consecuencia menos ocultar la realidad.