Los jóvenes españoles piden más enseñanza de idiomas e información centralizada sobre posibilidades de trabajo en la Unión Europea, para vencer el miedo a salir.

Hace cinco meses las instituciones europeas con presencia en España (Parlamento Europeo y Comisión Europea) y la Secretaria de Estado para la UE lanzaron una campaña dirigida a informar a los jóvenes de nuestro país de las oportunidades de formación y empleo que existen en el espacio europeo.

Bajo el lema "No me paro", la campaña ha recorrido de norte a sur y de este a oeste buena parte de la geografía española. En este caso, la vocación itinerante refleja tanto la voluntad de explicar las oportunidades que ofrece la UE como la de escuchar de manera directa la opinión de nuestros jóvenes.

España es el país de la UE con mayor paro entre los jóvenes, del mismo modo también es uno de los países europeos en el que los jóvenes se muestran más reacios a desplazarse para buscar trabajo.

Esta ambivalencia fue, en última instancia, el eje seleccionado por la campaña. Todas las bases estadísticas y demoscópicas barajadas hasta el momento explicaban qué sucedía pero apenas existía equilibrio con los motivos que subyacían en los datos.

Las encuestas enunciaban que el 75% de los jóvenes españoles no valoraban la posibilidad de ampliar sus horizontes laborales en otros países de la UE. Y por detrás se perfilaban cuestiones que apuntaban el porqué: la inseguridad en el manejo de los idiomas, la falta de dinero para abordar una nueva etapa, la falta de información?

Cinco meses más tarde y con las respuestas de cuatro mil jóvenes la explicación se perfila de manera más nítida. Nuestros jóvenes tienen miedo a salir de España. Miedo, sí. La palabra puede parecer excesiva pero refleja el sentir de la mayoría de los participantes en esta campaña. La parte positiva es que nuestros jóvenes no solo verbalizan sus miedos sino que además son capaces de identificar mejoras para superarlos.

De esta manera, los jóvenes españoles demandan que nuestro sistema educativo integre de manera más intensa y eficaz el aprendizaje de idiomas. También reclaman un acceso a la información que les ataña en materias como formación y empleo más centralizada y, por lo tanto, más eficaz. Del mismo modo, advierten que las ayudas de los programas de movilidad juvenil no pueden limitarse solo hasta los 30 años porque con esa edad muchos -entre posgrados y máster- todavía no han tenido oportunidad de comenzar su inmersión en el mercado de trabajo.

Nuestros jóvenes se sacuden el miedo con la ayuda de la información y de la reflexión y, probablemente, este sea el principal valor añadido de la campaña que nos ocupa. Hemos informado, hemos compartido y, sobre todo, hemos tomado buena nota de sus aportaciones. Incluso de la más obvia, la de agradecer que la administración pública se haya acercado a sus puertas, a sus ciudades para comprender mejor la situación "a pie de obra".

Es innegable que vivimos tiempos complejos, que el camino se perfila largo y tortuoso pero, por todo ello, cobra más sentido que nunca insistir en aquellos atributos que nos hacen mejores y más fuertes: soy joven, soy europeo, no me paro.

En el fondo, como la vieja canción de Pablo Milanés decía, los jóvenes no nos piden que les bajemos una estrella azul, sino que abramos espacio para que se desarrollen como personas y ciudadanos.