El filósofo alemán Arthur Schopenhauer, al que Wagner dedicó El anillo de los nibelungos, y numerosos literatos y figuras de prestigio se interesaron por sus teorías es la expresión más acabada del misógino. Dijo: "La mujer es un animal de cabellos largos y de ideas cortas a la que es necesario pegar, alimentar bien y encerrar.

Debería tan sólo ocuparse de su casa y no leer más libros que de oraciones y de cocina". Esta aversión manifiesta por el sexo femenino, próxima a la psicopatía, era para Eichler fruto de una homosexualidad latente y, en opinión de Bloch de una sífilis que contrajo en 1823, cuando contaba 35 años.

El autor de El mundo como voluntad de representación y La cuádruple raíz del principio de razón suficiente, vivió aislado con la única compañía de su perro, al que tuvo en cuenta en su testamento. Con el paso del tiempo se convertiría en un personaje pesimista, triste, misántropo y desconfiado, un paranoide, y en opinión del prestigioso doctor Antonio Vallejo Nágera el mundo debe a los paranoides no pocas ideas filosóficas. Su filosofía -dijo- representó la máxima expresión del irracionalismo y del pesimismo en el pensamiento occidental.

Todo esto traducido a lo que importa, esa tendencia de odio a la mujer, manifestada en su aversión hacia ella o el rehuir su trato; esa propensión ideológica, psicológica, que consiste en despreciarla como sexo y con ello todo lo que se considera femenino es tan actual, está tan en vigor que es fácil verlo en cada voluta de los convencionalismos sociales fruto de nuestra cultura judeo cristiana.

No es sólo el mundo musulmán quien veja a la mujer al considerarla bestia de carga y anulándola por completo como persona; la religión cristiana ha situado la capacidad de la mujer entre el niño y el hombre; sobre ella la Iglesia no tiene muy buena opinión, y dicha anomalía pesa mucho en nosotros por una secular educación misógina en la que nos formaron.

Es por ello que no extraña le hayan preguntado a Carme Chacón si ella cree que España está preparada para tener una mujer presidente del Gobierno. No es, como se afirma, que no creemos a la mujer capaz de las mismas cosas que el hombre. Una pregunta de ese tenor encierra siempre en el hondón subconsciente, de modo solapado, un componente de misoginia.