El documental Ciudadano Negrín tiene posibilidades de ganar un Goya. Yo no entiendo gran cosa de documentales ni de premios de cine, pero creo que este modesto trabajo tiene mucho mérito, el mérito de querer esclarecer las cosas y matizar los relatos, para que el gran público, no el círculo de historiadores, pueda enjuiciar lo ocurrido y sacar sus conclusiones. Alguien dirá que a estas alturas ya da igual, pero creo que arrojar luz sobre los acontecimientos nunca está de más.

Les sugiero un ejercicio que tiene algo de masoquista, pero que aclara bastante lo que quiero decir. Véanse Ciudadano Negrín y, a continuación, la delirante hagiografía Franco, ese hombre, perpetrada por José Luis Sáenz de Heredia para conmemorar los 25 años de la dictadura (ellos lo llamaron 25 años de paz).

Esta última abunda en esa retorcida retórica imperial que infectaba los No-Do y que ha envejecido fatal. Además, establece un relato de un maniqueísmo repugnante, de buenos y malos, franquistas y republicanos. Yo no digo que Ciudadano Negrín contenga toda la incontrovertible verdad, eso corresponde verlo a los historiadores, pero los republicanos no iban por ahí con tridente, quemando azufre.