Una de las cosas que nos quedaron claras cuando iniciamos el conocimiento de la estadística es que ésta es una ciencia exacta siempre que se trabaje con datos ciertos y el universo sobre lo que nos interesa sea el adecuado, respetando la veracidad declarada de cada uno de los encuestados. Este primer enunciado no hizo sino confirmarnos en la sospecha de que las encuestas las carga el diablo, prestándose a la cocina o manipulación interesada de quienes las encargan. Dicho de otro modo, la encuesta dice la verdad si lo que se le introduce es verdad.

El sondeo es también una foto fija de un momento concreto, y la encuesta a la que nos referimos, la segunda oleada del barómetro del CES, realizada en noviembre del pasado año, arroja un cuadro en el que todos quedan más o menos contentos. A nivel de siglas sorprende los casi dos puntos que le da a CC respecto de su inmediato el PP, así como los casi seis que éste obtiene sobre el PSC. Otro dato a tener en cuenta es el suspenso que le dan los ciudadanos a la gestión del Gobierno, también a la oposición.

Y un dato más que se halla conexo a considerar: en el universo en que se hizo el estudio, sobre distintos temas un 50% de los encuestados no sabían o no contestaron; así que un trabajo hecho desde la más exquisita neutralidad por sociólogos independientes de las universidades canarias y la UNED no es garantía de lo que vaticina para el próximo mes de mayo.

En el veredicto de las urnas influyen las filias y las fobias, el voto cautivo, el incondicional partidista, y quien vota otra cosa para que no salga quien no quiere. Algo a tener en cuenta es ese 30% que no piensa ir a votar, y como casi el trabajo lo contesta la mitad de los encuestados, esperemos que no aumenten quienes se abstienen, algo que sería malo desde el punto vista democrático. Finalmente está lo del conocimiento que se tiene de los líderes.

Paulino Rivero y José M. Soria son, por este orden, los más conocidos, cosa que parece preocupar a José M. Pérez. Para su tranquilidad y sin refutar lo que se expone le recordamos que Mariano Rajoy es sumamente conocido de los españoles y ha perdido dos elecciones a la presidencia del Gobierno. No por más conocido un político es razonable colegir que sea el más aceptado.