Un asesor de Bill Clinton exclamó aquello de "es la economía, estúpido", para indicar a un compañero que esa cuestión era la clave electoral para derrotar a George Bush (padre). Ahora Obama pronuncia otra frase multidireccional, de esas que rezuman sentido común. Sobre el impuesto a las mayores fortunas -cuyos más destacados miembros habían pedido una contribución especial a la crisis- contesta a los republicanos que "no es lucha de clases; son matemáticas". Pero hay una derecha que de las matemáticas sólo se ha quedado con lo que se 'lleva' en las sumas y multiplicaciones; pero suspenso total en restas y divisiones.

Las matemáticas, en su sentido amplio, están detrás de todas las actividades humanas. La manzana que según la leyenda le cayó a Newton mientras dormía una siesta y reflejó la ley de la gravedad, cumplió en su caída una serie de complejas operaciones; lo mismo que la cuadratura de los números está detrás del 'gran juego', que diría Rudyard Kipling, de las naciones. La decisión del presidente palestino, el moderado Mahmud Abbas, de plantear en la ONU el reconocimiento del estado Palestino culmina un proceso en el que los israelíes han bloqueado sistemáticamente con indecorosa burla a la legalidad internacional cualquier posibilidad para despejar las innumerables ecuaciones que deberían llevar a la superación del conflicto. Estados Unidos, donde el lobby judío define la estrategia en Oriente Medio, ha intentado muchas veces que Tel Aviv pasara de las solemnes ofertas a los hechos; pero en cada momento, los 'halcones' han boicoteado el arreglo. Bush, Clinton, Bush Jr. y Obama han creído tener a punto el 'the end' de una guerra latente que no solo afecta a los dos contendientes directos, sino que es 'madre' nutricia de todas las caras que adopta el odio contra los invasores en el mundo islámico. Mientras no se acabe con esta situación, en la inteligente línea que trazó Obama en El Cairo, el 4 de junio de 2009, y que Abbas ha cogido por la palabra, será imposible la paz.

La desvergüenza y la altivez de Netanyahu ha colmado la paciencia de Turquía (ojo, miembro de la OTAN, que puede pedir a sus socios ayuda en caso de agresión militar) y del nuevo Egipto, que han tenido que soportar dos graves incidentes con Israel. Abbas, engañado sistemáticamente -el freno a los nuevos asentamientos no solo no se ha cumplido sino que progresa inadecuadamente- ha decidido atacar para salir de tablas en el ajedrez: pedir el ingreso en Naciones Unidas, y empezar a cumplir, de facto, una hoja de ruta que no debiera haber tenido tanta demora. Lo prometido es deuda, y las deudas algún día se pagan.

Y entonces vuelven las matemáticas. Washington votará en contra (o no); pero Gran Bretaña y Francia se abstendrán, según los indicios. Casualmente, sus líderes volaron urgentemente a Libia para negociar el reparto del petróleo post gadafista. Alemania, Italia (habrá que verlo), Polonia, Holanda...pueden seguir a EE UU, pero España, Bélgica, Portugal, lo harían a favor. En el Consejo de Seguridad ganaría el No, pero el Sí vencería en la Asamblea, que podría dar a la Autoridad Palestina el estatus de 'observador'.

La avaricia, dice el refrán, rompe el saco; Tel Aviv no se ha querido dar cuenta de que la táctica del boicot permanente siempre fracasa. Si en las cumbres apadrinadas por los 'grandes' se ha llegado al consenso de que la solución final es la de dos estados seguros y respetuosos entre sí.... ¿dónde está la dificultad insuperable? Sencillamente, en que hay trampa: la política de asentamientos pretende el hecho consumado -"que me quiten lo bailado"- de que un país se coma al otro mediante la 'urbanización' confiscatoria de la soberanía. Pero la economía (con la crisis financiera y energética) y las matemáticas de la 'primavera árabe' y de los intereses entrecruzados tienen salidas como los designios del Señor: inextricables, al principio.

(tristan@epi.es)