Barreda no es un contable, Fraga es un gran español, Rajoy no quiere a Rita Barberá y Fidalgo se enamora del PP. No se trata de una empanada mental, sino de un plato combinado obtenido de la prensa diaria. Lo de Barreda aparece un una entrevista en la que el expresidente de Castilla-La Mancha parece dar a la razón a las acusaciones de María Dolores de Cospedal de haberle dejado un agujero. No soy un contable, afirma. Es como si el presidente del Real Madrid justificara las derrotas de su partido aduciendo que no es un jugador. Ya lo sabemos, hombre, pero tu deber es crear las condiciones para que el equipo gane sin necesidad de arruinarse. José Bono, por su parte, ha despedido a Fraga Iribarne con una carta en la que lo califica de "gran español y patriota de bien". No nos queremos imaginar cómo calificaría, por comparación, a Franco. Gran español y patriota de bien, excelente ejemplo de escritura automática. ¿Cómo sería un español pequeño?

El mismo día, y en el mismo periódico, Rita Barberá se muestra despechada con Rajoy. No se trata de una decepción de carácter político o ideológico, sino de orden personal.

-Rajoy no nos quiere -ha venido a decir refiriéndose a ella misma y a Camps, el amiguito del alma de El Bigotes.

Al final, el factor humano es lo que cuenta. Ni pensamiento político, ni filosofía económica ni nada. Cariño. Tú dale cariño a alguien y comerá en tu mano, sea de derechas, de centro o de izquierdas. Aznar mimó un poco a Fidalgo, el exsecretario general de CC OO, y ahí está, animando a la derecha a llevar a cabo las transformaciones propias de su carácter. En una de esas pide el carné, si no se lo han dado ya. FAES es mucha FAES y adonde no llega con las manos llega con el presupuesto.

Nada de empanada mental, en fin, sino realidad pura y dura, o sea, panaché de verduras, un poco de todo. Pero si echábamos en falta el picante de la demagogia, ahí tenemos la declaración pública de los bienes de sus señorías. Qué gusto verle la hipoteca a Fulano o el plan de pensiones a Mengano. Todas sus señorías con la intimidad al descubierto, no para evitar que se enriquezcan de forma ilegal, sino para aliviar un poco la presión de la lucha de clases.