La Palma fue una isla con prestigio cultural, desde 1863 en que llega la imprenta y se funda el periódico El Time hasta la guerra civil se publicaron allí más de 120 publicaciones, fue una isla de caciquismo e intensa emigración en la que la masonería tuvo arraigo así como un pensamiento republicano y liberal. En esa isla de contrastes vivió Pedro Hernández y Hernández (1910-2001) cronista, historiador, poeta, animador cultural, periodista, hombre que enalteció como pocos su patria chica, autor de una Loa a la Patrona, poeta que siguió la sonora estética de Rubén Darío, Salvador Rueda y Tomás Morales, coautor de un poema sinfónico a Tanausú y la Caldera de Taburiente, amigo de Félix Duarte, Domingo Acosta Pérez y cuantos intelectuales tuvo la isla en su época. Bueno es recordar a quienes ya no están entre nosotros y ahora, con motivo del reciente centenario de su nacimiento, ha visto la luz el libro Pedro Hernández y Hernández. Escritos periodísticos, elaborado por María Remedios González Brito, bibliotecaria de la José Pérez Vidal que gestiona el Cabildo palmero. Como dice la autora, la obra de Hernández fue modesta en sus pretensiones y alcance puesto que se centró en la reflexión y el elogio de su ciudad, el valle de Aridane y la isla. A pesar de las limitaciones del momento fue un prototipo intelectual de la época, que cultivó la poesía declamatoria y en la que se situaba en primer término la expresión del sentimiento y la emoción ante el paisaje, la recreación de la historia, las leyendas tradicionales, el sosiego y la melancolía del pasado. El libro, publicado por la Fundación Canaria Mapfre-Guanarteme, habla del ejemplo generoso de aquel hombre mesurado y prudente, tolerante en una época de intolerancias, que ejerció el periodismo y la poesía, católico ferviente y atento observador del mundo desde su isla. Participó en varias instituciones de carácter filantrópico, organizando actividades artísticas, sobre todo en la peculiar Fiesta de Arte de Los Llanos de Aridane. Su casa siempre estuvo abierta para quienes empezábamos a hacer pinitos con las letras.