Al amigo de las tribulaciones, afectado de cataratas, a quien le dieron primera cita con el oftalmólogo en abril del fenecido 2010 para mayo del recién venido 2011 -más de un año de impaciente espera y sin nadie que le eche la vista encima-, lo encuentro con cara de circunstancias. Esta vez, andando por La Puntilla, al borde del privilegiado espacio de Las Canteras, donde el mar se mece suavemente en la arena. Y con los barquillos anclados, prestos a salir a la pesca, cada día más esmirriada. Cuánto rebrota la estampa de los roncotes de otras épocas, ya solo en el recuerdo de las cosas que fueron. La vida se renueva según transcurre el tiempo. La clave está en que cada uno pueda asumirlo con naturalidad. Un horizonte nuevo y distinto.

El amigo, al igual que siempre, no oculta sus contrariedades. Creo que al dar suelta a las mismas alivia sus desazones interiores. De pronto, a él y a su esposa, sin anestesia previa, les han cambiado de médico de cabecera, después de más de veinte años disponiendo de su asistencia. No se tiene en cuenta, para nada, la antigüedad de adscripción al facultativo. "Mira -dice- lo que me notifican. Con fecha 9 de diciembre nos pasan a otro doctor del que no tenemos la menor idea, ni, por supuesto, él de nosotros". Me muestra el escrito de la Gerencia de Atención Primaria. Leo, entre otras cosas: "Somos conscientes de que esta medida puede ser recibida por parte de algunos usuarios de forma desfavorable debido a que durante el tiempo que llevan con su médico de familia se ha podido entablar una cercana relación médico-paciente". Hombre -le expreso- parece bastante razonable lo que exponen, más cuando añaden: "Su historia clínica estará a disposición de estos nuevos profesionales". Su réplica habitual, con sorna: " Y un jamón. Lo dudo muchísimo. Las patologías de mi esposa, por ejemplo, son bastante complejas, cubren dilatados antecedentes de años muy complicados. El vis a vis con nuestro médico abarca mucho más".

No puedo menos que darle la razón. Apelo a experiencia personal. Le basta al facultativo con ponerme la vista encima y, como los antiguos galenos, intuye de qué lado cojeo. Sin embargo, advierto al amigo que el escrito de referencia señala que dentro de tres meses pueden ejercer el derecho a la libre elección de médico general y optar por el facultativo que decidan. "¿Y para qué nos molestan, entonces, con este repentino cambio, si estamos más que satisfechos con el doctor que nos ha atendido durante tantos años?".

Quedé sin más argumentaciones presuntamente justificables. Tal vez sea que las alturas administrativas se hallen en discordancia o inopia total respecto al principio hegeliano: "El individuo es alguien que está ahí, no el hombre abstracto". Por lo que se deduce, a los pacientes se les coloca un número. Son números, no personas determinadas, de carne y hueso. Habitan en un mundo como el que describía Aldous Huxley, carente de valores humanos. La Arcadia contemplada desde los insonorizados despachos. Ardua tarea la que tiene por delante el nuevo consejero de Sanidad, Dr. Bañolas, en cuya ejecutoria sobresale la eficiencia y alto sentido de servicio al bien público, acreditados en su mandato al frente de la corporación municipal de Santa María de Guía. A la vera de ese espacio colindante, histórica y físicamente aunado, donde el corazón se entraña para siempre.