Los Piratas es el rutilante fenómeno de la política alemana. Un partido de nuevo cuño, integrado mayormente por internautas y con una forma mucho más fresca, democrática y directa, aunque también más complicada, de hacer política mediante la consulta y el debate permanentes entre sus miembros de toda nueva iniciativa.

Pero andan los Piratas últimamente enfrascados en una batalla, esta vez no política, sino lingüística, que tiene mucho que ver con la llamada corrección política. Die Piraten, como se denominan a sí mismos en alemán, es del género masculino y, aunque fueron muchas menos las mujeres que han ejercido a lo largo de los siglos tan denostada actividad, hay un equivalente femenino: Die Piratinnen.

Un problema que no tenemos en castellano, idioma en el que "pirata" es un substantivo común, algo que no ocurre, sin embargo, con otro de similar terminación, "poeta", "hombre que compone poesía", según el María Moliner, que da como equivalente femenino "poetisa". Aunque este último término lo rechazan muchas mujeres ejercientes de ese oficio y que prefieren ser conocidas igualmente como "poetas".

Tiene el alemán no ya dos, sino tres géneros, con el neutro, lo que complica mucho la tarea a los estudiantes de ese idioma ya que, entre otras cosas, tienen que aprender que en ese idioma son de un género distinto que el nuestro muchos elementos de nuestra realidad, desde el sol y la luna, femenino y masculino respectivamente en la lengua de Goethe, hasta el tenedor y el cuchillo, a su vez del género femenino y neutro.

En vista de la polémica entre quienes quieren seguir con el nombre de "Piratas" para todos los miembros - ¿o habremos de decir "miembras" como dijo una vez una ministra española, irremisiblemente atacada por el virus insensato de la corrección política?- hay quien ha propuesto, al parecer sin demasiado éxito, el uso del "neutro": Das Pirat, que sería algo así como "lo Pirata".

Conocemos esa polémica también en nuestra lengua, en la que sobre todo los políticos que quieren ser políticamente correctos se sienten obligados a añadir el equivalente femenino cada vez que se dirigen a una audiencia integrada por personas de ambos sexos: "trabajadores" y "trabajadoras" , "emprendedores" y "emprendedoras", "andaluces" y "andaluzas", "todos y todas", y así ad infinitum.

Es un nuevo hábito importado de Estados Unidos, donde los llamados "gender studies" (estudios de género), los "gay and lesbian studies" (¿cómo traducirlo?) y otros de tipo identitario que proliferan en el ámbito académico parecen haber llegado a extremos grotescos. ¿O no lo es pretender llamar al ciego "visually impaired" ("dañado visualmente") o al mudo "orally challenged" (desafiado oralmente, es decir, con problemas de oído)?

Incluso se han propuesto, uno no sabe ya si en broma o en serio, términos como "horizontally challenged" (es decir, desafiado horizontalmente) para calificar a los que aquí llamamos simplemente "gordos", o "vertically constrained" (constreñidos verticalmente) a los "bajitos". Los "negros" por supuesto allí ya no son "negros", sino "afroamericanos" aunque muchos descendientes de esclavos reivindiquen con orgullo ese color de la piel. Acordémonos del "black is beautiful" de la época de Stokey Carmichael y otros de los sesenta.

Incluso hay feministas que, colmo ya del absurdo y del desconocimiento de la raíz etimológica de las palabras, han propuesto sustituir la palabra inglesa para "historia" -history"- por "herstory", para remplazar la historia falocéntrica (his_ "su" masculino) por otra en la que impere la visión femenina " (her: "su femenino en inglés). Incluso hay una tercera propuesta feminista radical: la de "hystory", en alusión a "hysterá" (en griego: matriz o útero).

Se trata muchas veces mediante absurdos eufemismos o por decreto modificar nuestra percepción de la realidad o nuestras conductas. Es la vieja polémica entre los lingüistas de si el lenguaje construye la realidad o por el contrario refleja la evolución de la propia sociedad. Y mientras nos enfrascamos en ese tipo de luchas, nos olvidamos muchas veces de lo principal, que es la lucha contra la pobreza, el desempleo, las desigualdades sociales o la destrucción de la naturaleza.