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Ángel Machado Cabezas

Utilidad de la Universidad para el empleo

Utilidad de la Universidad para el empleo

Se suele creer que disponer de formación universitaria mejora considerablemente las posibilidades de encontrar empleo y de que este sea de más calidad. Esta afirmación es, en general, parcialmente cierta, pero muy probablemente el efecto de la formación universitaria en la mejora laboral sea menor a lo que se suele creer. Igualmente, como afirma el catedrático Carlos Sebastián, se tiende a creer que hay una fuerte relación entre nivel educativo y crecimiento económico, si bien tal relación es débil y compleja. Según manifestó el profesor de economía de la universidad de Harvard Ricardo Hausmann, los resultados de la mejora educativa son decepcionantes pues gigantescos aumentos de esfuerzo en educación han tenido muy pequeños efectos en el crecimiento económico.

En cambio, hay evidencia creciente de la importancia que tienen las habilidades sociocognitivas distintas al conocimiento para alcanzar un buen ejercicio laboral y profesional. Como escribe Paul Collier, catedrático de economía de Oxford: “Muchas ocupaciones productivas no dependen tanto de unas buenas habilidades cognitivas como de unas habilidades no cognitivas bien desarrolladas, tales como la perseverancia”.

Habilidades sociales y emocionales, que corresponden con la inteligencia interpersonal e intrapersonal de Howard Gardner, tales como: persistencia en el esfuerzo, capacidad de interacción y de adaptación al cambio, rigor personal, capacidad de organizar bien las propias actividades, adaptación al trabajo en equipo, etc. conforman un conjunto de habilidades distintas a los conocimientos recibidos en los centros educativos que mejoran la productividad laboral y permiten alcanzar carreras profesionales con retribuciones más elevadas. Estas habilidades además reducen la probabilidad de que los jóvenes se involucren en actividades de riesgo social y personal tal como demuestran James Heckman y colaboradores en un trabajo publicado en “Journal Economics”.

La formación de las citadas capacidades sociocognitivas debería comenzar en la escuela. En este sentido ya se han realizado pruebas en algunos países que parecen indicar resultados positivos, aunque todavía sus logros son poco concluyentes.

Las personas somos seres sociales, no somos individuos económicos, ni santos altruistas. Anhelamos la estima y la pertenencia al grupo que representan la base de nuestros valores morales los cuales son el conjunto de costumbres y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento de las personas en una comunidad. Según ha demostrado el psicólogo social Jonathan Haidt, en todo el mundo la moral se basa en seis valores: cuidado, libertad, lealtad, inviolabilidad, equidad y autoridad.

Cada vez se considera más importante formarse en valores morales y asumirlos como imprescindibles para tener una buena vida tanto a nivel profesional como personal, por lo que se considera oportuno dar cierta formación básica sobre dichos valores morales en los centros educativos.

En una mesa redonda del World Economic Forum de 2010 se constató que los estudiantes de Administración y Dirección de Empresas (ADE) tienden a graduarse con menos estándares éticos que cuando comenzaron sus estudios. Por otro lado, según demuestra una investigación científica de A. Etzioni publicada en “Sociological Forum”, los estudiantes de Economía se vuelven claramente egoístas. Las conclusiones de estas referencias son decepcionantes y dan una clara idea de que se necesita hacer cambios para inculcar a los jóvenes la importancia de tener buenos valores morales básicos como: optar por la verdad y la transparencia, apostar por la ejemplaridad, proteger a los más vulnerables, recordar lo que nos une y respetar lo que nos separa...

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