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Reflexión

Félix Juan Bordes Caballero, In Memoriam

Escribir estas líneas no ha sido una labor sencilla para mí; en un plazo de apenas 24 horas he tenido que afrontar emotiva y resignadamente la pérdida de dos referentes importantes en mi vida, tanto en lo humano y personal como en lo profesional: mi padre, Juan Torres, y mi compañero y amigo Félix Juan Bordes.

Al evocar a Félix, se me agolpan muchos recuerdos de los momentos compartidos, siempre entrañables, gratificantes e inolvidables porque asimismo era él, en su forma de ser y estar; es por ello por lo que no exagero al expresar que para la inmensa mayoría de las personas que le hemos podido conocer y disfrutar de su calidad humana, su partida nos supone un gran vacío y para algunos también, por qué no decirlo, un sentimiento de cierta orfandad añadida.

Orfandad porque muchos de los que fuimos sus alumnos, y luego compañeros, le apreciábamos y respetábamos como a un padre; aquel que nos enseñó e incentivó a caminar adecuadamente en la curiosidad y la pasión no solo por la Arquitectura, sino también por el conocimiento y la cultura en general; con Félix las cosas eran así, era un espíritu humanista (casi renacentista) y si así lo entendías, cualquier conversación o aportación suya tenían una intensidad y profundidad fuera de lo común, siempre te aportaba una visión lúcida y transversal al respecto de cualquier cuestión o tema, ya fuera el libro que estuviese leyendo en ese momento o la última película que había visto.

"Nos enseñó e incentivó a caminar adecuadamente en la curiosidad y la pasión no solo por la Arquitectura, sino también por el conocimiento y la cultura en general"

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Conocí a Félix cuando comencé mis estudios en la Escuela de Arquitectura de Tamaraceite, le recuerdo siempre llegando rápido en su Seat Panda rojo, al aparcamiento de tierra, y a veces picón, que teníamos frente al edificio; llamaba la atención que con la misma rapidez, aquel hombre de complexión delgada, subía a zancadas las escaleras del edificio hasta llegar a su Departamento de Proyectos (del cual era el Catedrático), antes de ir al Aula de Proyectos de 6º; se comentaba en los pasillos de la Escuela, por el alumnado más veterano, que Félix era un “hueso duro de roer”, nada más lejos de la realidad, como pude comprobar posteriormente, con el paso de los años y un mayor acercamiento a su persona.

Acercamiento a su persona que comenzó, por varias circunstancias, antes incluso de ser alumno suyo en la asignatura de Proyectos de 6º, la cual él impartía; finalizado el curso entré como colaborador en su despacho profesional, lo cual sin duda era un privilegio para cualquiera de sus alumnos, ello me permitió ahondar en el reconocimiento de sus indudables y múltiples cualidades como persona y como arquitecto; cuando teníamos que quedarnos en su despacho trabajando por alguna entrega, por las noches o los fines de semana, Félix siempre aparecía, en cualquier momento, con un gran termo de café y con galletas o algo para que comiésemos, nos trataba a todos y en todo momento como a hijos.

Posteriormente fue el tutor de mi Proyecto Final de Carrera, y tras ello, ya como arquitecto, me incorporó a su Departamento de Proyectos como adjunto a sus labores de docencia, en las cuales participé durante un periodo de tres cursos, tras el cual decidí no continuar en la docencia, para poder dedicar más tiempo a mi estudio; a él sé que no le gustó mi decisión pero siempre la respetó. Con Félix, a modo de anécdota, yo tenía siempre la impresión de que su reloj tenía 33 horas y no 24 como para los demás, su constante energía y pasión por todo lo que acometía y la ilusión y vitalidad que transmitía te contagiaban positivamente sin darte cuenta; características de su personalidad que siempre le han acompañado durante toda su vida y hasta el momento de dejar de estar entre nosotros.

Siempre, desde aquellos primeros momentos en que le conocí, percibí que Félix desprendía para todos (alumnado, profesorado y para todo aquel que le haya conocido) una aureola de admiración y respeto, merecidamente ganada por su cualificada, extensa e intensa actividad profesional, tanto en el ámbito de la Arquitectura como en del Arte, pero también en el Universitario y en el Social en general; cabe preguntarse al respecto: ¿Quién no conoce o ha oído hablar de Félix Juan Bordes?

Ayer, mientras hablaba de Félix con María, una magnífica amiga de ambos, ella me recordaba la pasión de Félix por la pintura y como él mismo le había manifestado días antes de su nombramiento (en el año 2010) como Académico Numerario de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel que se sentía más artista que arquitecto y que le hacía una grandísima ilusión este nombramiento, del cual se sentía muy orgulloso; y le dije que yo también estaba totalmente de acuerdo con esa afirmación; de hecho sé que últimamente estaba trabajando, ilusionado e intensamente como siempre, en la realización de un gran mural.

Por otro lado, creo que es importante también recordar su destacado papel e implicación desde siempre con el Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, siendo un impulsor destacado y principal en la constitución del actual Colegio Oficial de Arquitectos de Gran Canaria.

Los que le hemos conocido, sabemos que Félix ha sido un hombre excepcional e irrepetible, por todo lo anteriormente referido y por muchísimas otras cosas más que difícilmente se pueden resumir en estas breves líneas.

Finalmente he de atreverme a decir, porque lo sé, que para Félix, por encima de todo, su obra más importante siempre ha sido su familia (esposa, hijos y nietos), una familia extensa y que sin duda ha heredado la inteligencia, el talento y las mejores virtudes de Félix, las cuales supo perfectamente transmitirles, este para él es sin duda su mejor legado, estoy convencido de que su familia continuará aportando tanto a la arquitectura como a la cultura en general de Canarias, en el presente y en el futuro momentos y realizaciones de las cuales todos, y el propio Félix desde el más allá, nos sentiremos orgullosos.

Mi más sincera gratitud hacia ti, Félix, por todo lo que nos has aportado con tu presencia en nuestras vidas, y mis más sinceras condolencias para todos los miembros de tu gran familia, Bordes de Santa Ana, y para tus nietos.

Descansa en paz, Félix Juan Bordes Caballero

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