La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

49 Aniversario de “Radio Popular de Las Palmas”

Hoy se cumplen 49 años de la inauguración de la emisora “RADIO POPULAR DE LAS PALMAS”. Se abre desde hoy el año de su 50 aniversario. Escribo estas líneas con el propósito de dejar un testimonio de aquellos momentos iniciales de la vida de este medio de comunicación, en un tiempo creativo y esperanzador, que nos tocó vivir, y que luego hemos llamado “la transición”. Un trozo de historia convulso, que se debatía entre un pasado incapaz de sostenerse y un futuro en el que abrigábamos muchas esperanzas. La radio fue para cuantos vivimos aquellos momentos un asiento en primera fila para asistir en directo a la historia de España. Nos encontrábamos ante un sistema moribundo y abríamos paso a la conciencia del cambio. La idea de una democracia no estaba exenta de incertidumbres, pues todo lo que culturalmente nos llegaba del pasado reciente no ayudaba a construirla, sino a ponerle zanjas. Pero la idea genérica del cambio social y político movilizaba el escenario, el pensamiento y el corazón.

Probablemente recordar aquella etapa puede tener un efecto tonificante y terapéutico. Pues los momentos problemáticos que pudimos tener (los choques con la censura especialmente, que nos exigía un control imposible de los contenidos, o el temor a sus consecuencias), los vemos hoy como algo ridículo. En todo caso no pretendo sacar a la luz los momentos oscuros, sino los aspectos constructivos que aquel proyecto aportó a la vida social de aquellos años (1971 en adelante). No pretendo un relato medido de los hechos desde una objetividad impersonal. Es un escrito personal, tal como han llegado mis recuerdos en torno a un proyecto de comunicación, que vi nacer y que también vi morir a manos de la misma institución que lo creó; y que también lo he visto revivir ya en otras manos. La ruptura, que vivimos, supuso desde luego un divorcio duro y difícil, que nos afectó a todos los que profesionalmente dimos lo mejor de nosotros mismos y, al final abrió por fuerza también otras metas.

Desde la perspectiva de los años, quisiera recordar a las personas que me facilitaron el camino (especialmente, el técnico Juan Ruiz Arregui y el sacerdote Heraclio Quintana Sánchez) y desear que el recuerdo de aquellos años sea, desde luego, un ejercicio moralmente constructivo. Pero no podemos ignorar las vicisitudes de la historia ni la ruptura, que hubo en su momento. Aceptar el pasado en su integridad y buscar la conciliación de los espíritus es algo que podría ser uno de los logros a conseguir en este año cincuentenario, y supondría quizás el hacernos justicia a nosotros mismos: a los que nos fuimos obligados por las circunstancias y a los que se quedaron con lo que venía, y a la propia institución que se libró de nosotros elegantemente, integrando la emisora local en una corporación nacional (la Cope); y a la propia cadena, que fue absorbiendo nuestras tareas hasta dejarlas convertidas en casi nada. Todos tuvimos razones para hacer lo que hicimos. Y es justo aceptarlo sin melancolía, pues creo que, a los que la vivimos, aquella experiencia nos enriqueció personal y profesionalmente.

La emisora Radio Popular de Las Palmas, que empezó a funcionar en 1971, se encontraba en unas circunstancias o ante unos retos propios de aquel momento. Había una historia radiofónica viva en la ciudad y en la isla, con tres emisoras de radio locales: Radio Las Palmas, Radio Atlántico y Radio Ecca. Radio Las Palmas desde los años treinta, Radio Atlántico desde los cincuenta y Radio Ecca desde mediados los sesenta. El sistema político empezaba a ponerse en cuestión. Aparentemente era sólido, pero existían espacios de inconformismo, duda y agitación. Había vida política, aunque fuera subterránea. Todavía el Gobierno Civil, acompañado con la Delegación de Sindicatos y la de Trabajo, presidía el ejercicio del poder político. Había una represión más bien suave y solo en momentos se ejercía. Era la dictablanda. Pero una emisora de radio tendría que moverse con cuidado, buscando su encaje social.

Era una emisora de la iglesia. En aquellos momentos en la iglesia se vivía una tensión entre los partidarios del sistema y quienes abiertamente propugnaban el distanciamiento de la convivencia y complicidad con el franquismo. Pero esa convivencia aún era patente en muchos sectores eclesiásticos, si bien el Obispo Infantes Florido era muy consciente de que había que desatar las ataduras políticas con el sistema y dio facilidades, y alas incluso, a los curas jóvenes, que movilizaron la pastoral hacia nuevos segmentos (parados, aparceros, obreros, jóvenes, comunistas). Era claro que la emisora tendría que desenvolverse en un clima de agitación, que estaba en la sociedad y dentro de la comunidad eclesial.

Además la radiodifusión estaba en un momento de renovación total. Había dos parámetros que estaban siendo demandados. Radio Ecca había desarrollado un modelo de radio educativa, es decir, una radio de servicio al oyente. Aquel modelo gustaba y enganchaba porque mostraba una vocación de ayuda, que satisfacía una demanda social. La labor cultural de la nueva radio constituyó un movimiento de evolución social acelerada de una enorme aceptación y demanda.

Pero también eran momentos en que la música tenía sobre todo en la juventud una gran demanda. Era la época de los cantautores, las discográficas, de los locutores especialistas en la música y de los grandes fenómenos musicales.

Así nos encontrábamos con varios campos en los que aterrizar. La demanda sociopolítica por el cambio latía en la audiencia y en los profesionales; la demanda social y cultural era otro territorio lleno de posibilidades y la demanda musical llenaba el momento: la música y los programas musicales acompañaban a lo largo del día la vida de las personas. Todo ello permitió organizar una programación casi sin forzar nada, sino llevándonos de la expectación de los oyentes.

La emisora abanderó junto con el PPO del Ministerio de Trabajo varios cursos de formación para la mujer, que adaptó a la radio la formación profesional, que desarrollaba esta institución. La idea era desarrollar una formación práctica, ajustada a la época, dando respuesta a las nuevas demandas.

Por supuesto, fue fundamental la información. A pesar de la obligación de dar “el parte” de RNE y la prohibición, recordada siempre desde la Dirección General de Radiodifusión de dar noticias nacionales y locales de contenido social y político, y la existencia de la censura previa de los contenidos, encontrábamos la manera de ofrecer información propia. Mal que bien fuimos toreando la prohibición informativa y dando a la sociedad la idea de que diríamos la verdad en temas conflictivos, como podía ser el cierre del Centro de Investigación Social de la Caja y el despido de Antonio González Viéitez y Oscar Bergasa por defender en sus análisis una ley fiscal para la Región canaria. Hablar de Región era asomarse al abismo. Como también lo era opinar contra la prohibición del Gobernador Civil de celebrar la Asamblea Socio Pastoral de la Diócesis. Con el tiempo los servicios informativos de la radio fueron escuela de notables profesionales de la radio y televisión canaria.

Todavía en los años ochenta la emisora trabajó especialmente con la emigración canaria en Venezuela, participando en los foros de aquella emigración y en programas entre ambas orillas. Se abrió así la reflexión y la conciencia política de reformar la ley española de nacionalidad, permitiendo recuperar la nacionalidad perdida por la mayoría de los emigrantes, simplemente mostrando un documento acreditativo del Registro de nacimiento o bautismo y acreditando la voluntad de recuperación de la nacionalidad. Aquella reforma reabrió las puertas a aquellos emigrantes que desearon volver. Hablando con Monseñor Cases no hace mucho, me confesó con admiración que ese documento registral, surgido de los foros de trabajo con la emigración, ha sido objeto de una demanda enorme y constante en estos años de retorno de nuestros compatriotas.

La historia oficial de la Cadena Cope (una historia de éxito) tiende a desconocer lo que supuso la existencia individual de las emisoras locales, que luego formaron su cadena. Para ella, la historia de la radio “Cope”, empieza con la existencia de una cadena centralizada. Ha quedado así apresada en su propia propaganda. Pero eso en sí es muy injusto, pues en aquellos comienzos y en aquellas ondas había mucha vida, mucha gente con ganas, una comunicación potente y creaciones originales. Como la había en una sociedad que buscaba superar un pasado y abrir honesta y honradamente el futuro. Aquella radio estaba también haciendo “la transición”. Y fue, sin duda, un instrumento importante de ella

Compartir el artículo

stats