La Provincia - Diario de Las Palmas

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Esteban Santana

Adiós Francisco, adiós Obispo

En estos días la Iglesia de Canarias despide al que fuera nuestro pastor durante quince años, el Obispo Francisco Cases Andreu. El papa Francisco aceptó su renuncia al gobierno pastoral de esta diócesis el 6 de julio de 2020, pero continuará al frente como administrador apostólico hasta la toma de posesión de su sucesor, el próximo 2 de octubre. Los diocesanos estamos tristes por un lado y contentos por el otro. Por un lado la tristeza nos embarga porque el obispo Francisco en poco tiempo se convirtió en un canario más. Trataba de conocer todas las realidades y hacerse uno con todos, personas, parroquias, movimientos y pastorales. Pero por otro lado estamos contentos porque hemos tenido a un obispo bueno durante quince años y que permanecerá en nuestros corazones por siempre.

No lo tuvo fácil al comienzo ya que venía a sustituir a Ramón Echarren, que en palabras del teólogo Agustín Cabrera, se situaba en el corazón de la renovación teológica y eclesial-pastoral, científico-social y ética que promovió el pensamiento/filosofía y las ciencias sociales o humanas, la teología contemporánea y el Concilio Vaticano II.

Francisco, aunque fue nombrado un 26 de noviembre de 2005, no fue hasta el 27 de enero de 2006 cuando tomó posesión. Lo recuerdo con especial cariño porque realicé los comentarios para TVE junto a Martín Ramos y al compañero Javier González, lo viví desde dentro, y les confieso que con especial emoción. Un aprecio que se fue acentuando a medida que lo fui conociendo a través de las entrevistas que le realizaba para Radio Tamaraceite emisora diocesana y por los encuentros que la radio nos brindaba, ya fuera desde la Fundación hasta en los momentos de celebraciones y otros más informales.

Nuestro Obispo será recordado por su cercanía al pueblo, estando presente en todos los acontecimientos a los que se le invitaba. Con su Corolla blanco, heredado del anterior obispo, se presentaba en barrios y pueblos, en cualquier evento, misa o celebración que fuera invitado. Detrás de su rostro amable hay un hombre introvertido pero cercano, que no le pone peros a una foto y menos a un selfie. Uno de sus últimos cargos fue ser miembro de la Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios desde marzo de 2020. Pero además en este tiempo estuvo en la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades de 2017 a 2020. De 2005 a 2017 fue miembro de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar. De 1996 a 2002 lo fue de Doctrina de la Fe. De 2002 a 2005 perteneció a la Comisión Episcopal del Clero y de 1993 a 2002 a la de Seminarios y universidades.

Pero muchos le conoceremos por su pasión por la radio, por su apuesta por la evangelización a través de los medios de comunicación y su enamoramiento de Radio Tamaraceite, de su proyecto parroquial, que fue creciendo hasta convertirse en una realidad diocesana, la voz de la diócesis de Canarias. Fue presidente de la Fundación Pía Tamaraceite y en esa mesa de trabajo pudimos compartir muchas horas de conversaciones por tratar de “salvar” el proyecto para que el Evangelio continuara siendo Palabra Viva a través de las ondas de la radio. Su misa de las 8:30 de la mañana era el programa más escuchado, y nunca faltaba a su cita salvo que se encontrara fuera de la isla.

Fue un obispo siempre dispuesto a escuchar. Me viene a la cabeza una alusión del Papa Francisco sobre un escrito de san Cesáreo de Arlés, un Padre de los primeros siglos de la Iglesia, donde explicaba cómo el pueblo de Dios debe ayudar al pastor, y ponía como ejemplo cuando el ternerillo tiene hambre va donde la vaca, a su madre, para tomar la leche. Pero la vaca no se la da enseguida: parece que la conserva para ella. ¿Y qué hace el ternerillo? Llama con la nariz a la teta de la vaca, para que salga la leche. El Papa nos invitaba a llamar siempre a su puerta, que molestemos a los pastores. ¡Importunar! Y tanto que importunamos al pastor de la Iglesia de Canarias, a veces con razón y otras sin ella, unas veces para demandar una palabra y en otras su silencio. Pero él siempre estuvo ahí, dispuesto a dar lo mejor de sí, a ser Palabra vivida y a reconocer los errores cuando los cometía, como humano que es. Y si no, ¡qué tire la primera piedra el que no se ha equivocado alguna vez!.

Francisco, Obispo, le echaremos de menos en la diócesis. Ha dejado una huella imborrable, cercana y duradera. En el corazón de la iglesia de Canarias siempre quedarán sus palabras y sobre todo su ejemplo.

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