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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Química monárquica

La Historia próxima o futura esclarecerá si la alianza del PSOE con Podemos provocará un desgaste de la institución monárquica hasta dejarla agónica y desarmada frente a la opción republicana. Asume Pedro Sánchez una responsabilidad enorme al considerar que es posible la convivencia en un pacto de dos modelos de Estado equidistantes, y que los desacuerdos internos que al respecto surgen cada dos por tres son llevaderos y no erosionan a la monarquía. Una creencia que hubiese alcanzado la categoría de magistral, como la fórmula del farmacéutico que logra complementar químicas incompatibles, si el PP, Vox y Cs no tuviesen catada la debilidad y se empleasen a fondo en hacer aflorar el relevante problema que afecta a los cimientos del entendimiento entre los socialistas y los morados. El paso del tiempo tendrá la respuesta sobre la prolongación borbónica en este agitado siglo, si bien está claro que le corresponde al PSOE embridar el camaleonismo de UP, cuya pretensión republicana puede acabar contaminando su acción de gobierno, o como mínimo pautando su agenda política en un momento en el que la monarquía no constituye un problema para los españoles. La sesión parlamentaria de ayer desveló a cara de perro que la Corona forma parte de la oposición más descarnada e insolente, con ataques tan arteros como que Felipe VI fue secuestrado para no asistir al acto judicial de Barcelona, cuando en realidad se trató de una medida para garantizar su seguridad ante la previsible sentencia de Torra. Imaginemos cuál hubiese sido la reacción del PP y Vox frente a una decisión contraria con consecuencias graves: el Rey en Barcelona bajo los altercados independentistas. Probablemente Pedro Sánchez sería asediado por la acusación de situar al monarca a los pies de los caballos. La posición de Podemos en este Gobierno con respecto a su modelo de Estado constituye una extravagancia, igual que lo es el afán del PP por agarrarse férreamente a la iniciativa de que España está mutando a un régimen republicano. Y aquí recibe la ayuda de Felipe González, que atisba una “republiqueta” frente a la equilibrada “república monárquica”. Pero la clave está, sin lugar a dudas, en la lealtad de Podemos, que con su exhibición de intereses antimonárquicos echa el mejor hueso para roer a la derecha. Y el otro mensaje es lo despegado que está el Parlamento de la dura realidad social y económica. Sigamos por ese camino: cebo y desencanto hacia los ultras.

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