José Mazuelos Pérez es desde ayer el 69 obispo de la emblemática diócesis de Canarias. Llega este cordial sevillano de 60 años, con 11 ya de obispo, a sustituir a Francisco Cases en un momento crítico. Con tanto ”desánimo” en la Iglesia como en los hoteles y en las calles. Empieza con ilusión, como se le observó ayer en televisión, algo nervioso, con una lectura rápida de su homilía, y mirando más a Sevilla que a La Laguna, y con pocas referencia al drama de la migración. Pese a las prisas, en sus primeras palabras dejó claro el deseo de colaborar con la sociedad civil, con las autoridades. La pandemia del coronavirus ha provocado un daño sin precedente conocido en la historia reciente. Obispo y médico, hasta exmilitar de la Armada, Mazuelos se compromete a animar a los fieles cristianos y convoca también “a todos los que trabajan por el bien común”.
Hercúlea tarea la de este samaritano bueno que, además de titular de la sede de Santa Ana, tiene la encomienda de hacerse presente en uno los frentes eclesiales abiertos por el Gobierno con la eutanasia. Como presidente de la Subcomisión Episcopal Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal, Mazuelos ejerce de altavoz del documento sobre el valor inviolable de la vida, ‘Samaritanus bonus’, publicado en septiembre por el papa Francisco. Alto va a tener que remar, con ayuda de la Virgen del Pino, en este tiempo de virus, individualismo y descarte.
