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Joaquín Rábago

Trump convirtió el debate presidencial en un auténtico lodazal

Genio y figura, Donald Trump demostró una vez más esta semana lo que hace tiempo sabemos de él: el líder del llamado “mundo libre” es capaz de convertir un debate presidencial en uno de esos lodazales donde siempre ha sabido moverse como un cerdo. Y que me perdone la comparación tan inteligente animal.

Incapaz de mantener frente a su rival demócrata la mínima decencia o compostura, el Donald salió desde el primer momento dispuesto a violar todas las reglas de lo que debería ser un debate democrático en un intento, en parte felizmente frustrado, de sacar al demócrata Joe Biden de sus casillas.

Trump se presentó ante las cámaras como lo que es: un energúmeno que llegó a poner incluso en duda antes del debate el estado mental de su oponente, insinuando que éste sólo se atrevería a enfrentarse a él si sus asesores le hubieran antes dopado.

Harto de su fanfarronería, sus continuas mentiras y sus interrupciones durante el más que vergonzoso debate, el candidato demócrata no dudó en llamar “payaso” a Trump aunque inmediatamente se disculpase, tal vez por respeto a la institución que éste tan indignamente representa y a la que el otro aspira.

Si bien el Donald es un payaso, como le calificó Biden, se trata, para desgracia de su país y del mundo, de un payaso peligroso, un auténtico pirómano que no ha dudado en alentar irresponsablemente las peores teorías conspirativas propagadas por unas redes sociales cada vez más incendiarias.

El presidente republicano es un auténtico pirómano del que cabe sospechar que no dudaría en sacar a las milicias ultras a la calle si el recuento de votos en las elecciones del próximo 3 de noviembre no le da como ganador.

Es algo que llegó a insinuar en el debate al animar a sus partidarios a acudir a los colegios electorales y estar vigilantes ante un probable fraude por parte de los demócratas que él no duda ya en atribuir al voto por correo, al que muchos norteamericanos han preferido recurrir en medio de la actual pandemia.

Trump no quiso distanciarse de los llamados “Proud Boys” (Chicos Orgullosos), milicias machistas ultras que nada más acabar el debate dijeron estar dispuestas a defender por todos los medios la continuación del republicano en la Casa Blanca.

Los “Proud Boys” se han enfrentado ya en las calles de varias ciudades norteamericanas a grupos de manifestantes antifascistas, y la violencia y el caos urbano provocados por esos enfrentamientos son un regalo para Trump, que se presenta siempre a sus compatriotas como el único capaz de garantizar “la ley y el orden”.

“Yo soy la única barrera entre el sueño americano y la anarquía, la locura y el caos”, dijo en cierta ocasión el Presidente. Y el senador de su mismo partido Marc Rubio denunció recientemente en un tuit que “las hordas marxistas están perpetuando niveles nunca alcanzados antes de violencia y desórdenes en las ciudades de EEUU”.

Pero la auténtica violencia es la desatada por las turbamultas blancas contra los afroamericanos en varios momentos del pasado siglo, como ocurrió en East St.Louis en 1917 cuando aquéllas incendiaron las casas de los negros y dispararon contra los que trataban de huir de las llamas.

Unos años más tarde, en el llamado Verano Rojo (rojo por la sangre) de 1923, muchedumbres blancas asesinaron a miles de afroamericanos en veintiséis ciudades del país, entre ellas Chicago, Houston y Washington DC.

Sin olvidar tampoco la masacre de Tulsa (Oklahoma), donde en 1921 una turba supremacista blanca incendió más de un millar edificios, entre ellos iglesias, escuelas y hasta un hospital. La comunidad afroamericana de esa ciudad era la más rica de EEUU hasta el punto de que era conocida como el “Wall Street negro”.

Según un reciente estudio demoscópico, la mayoría de los votantes republicanos creen que el “estilo de vida americano” está en peligro y hay que defenderlo aunque para ello haya que recurrir a la violencia. Con la historia violenta de aquel país, Trump y quienes forman piña en torno a él están jugando a un juego realmente peligroso.

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