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Marco Aurelio Pérez Sánchez

CB Gran Canaria, un juguete roto

En el verano de 2018, a las puertas de una temporada histórica para el CB Gran Canaria por su primera y única participación en la Euroliga (la máxima competición continental), el presidente de la entidad claretiana aseguraba en una entrevista en la prensa local que “no aceptaré que el grueso del incremento presupuestario llegue desde el Cabildo”. Nada más lejos de la realidad. Apenas tres meses después, la Institución insular anunciaba por boca del presidente Antonio Morales (NC) un repentino acuerdo de patrocinio a través del Patronato de Turismo para inyectar al club 600.000€ más de dinero público, que se sumaban a la subvención de 3,2 millones que aporta cada año el Cabildo.

Lejos de corregir esta anomalía presupuestaria en una entidad reconvertida en 1992 en Sociedad Anónima Deportiva por imperativo legal, el Consejo de Administración del CB Gran Canaria dio esta semana una vuelta de tuerca más y aprobó, con el rechazo del PP, la liquidación de las cuentas del pasado ejercicio (que arrojó un falso superávit de 35.237,93€ producto de la disminución de gastos por la cancelación de la Liga ACB) y el presupuesto para la actual temporada 2020/21, que asciende a 8.640.053,90€.

¿Y por qué votamos en contra? En primer lugar, por el sorprendente incremento de las previsiones de ingresos a través de patrocinios públicos, que se disparan casi un 44%, pasando de 539.906,10€ a 960.466,83€. Al tiempo que se mantiene intacta la subvención de 3,2 millones. Así, en plena crisis económica y con necesidades sociales acuciantes en la Isla, casi la mitad del presupuesto para este curso se nutrirá de fondos públicos, desoyendo las reiteradas advertencias de la Unión Europea e incumpliendo de forma flagrante el compromiso de incrementar la inversión privada y disminuir la aportación de dinero público.

Además, no se entiende que, en plenas negociaciones con inversores de la Isla para materializar la necesaria venta del club (que debe ser el objetivo prioritario), el Cabildo siga aumentando la financiación pública como única alternativa para garantizar la viabilidad económica de la entidad.

Pero esto solo es un ejemplo de la caótica gestión política que se viene realizando por parte de Antonio Morales y el consejero de Deportes, Francisco Castellano (PSOE), quien ostenta también la vicepresidencia de un club que, consolidado desde hace años en la élite del baloncesto nacional y europeo, está perdiendo poco a poco sus señas de identidad y los valores fundacionales de aquel equipo gestado en la década de los 60 en el patio del Colegio Claret.

¿Quién no se acuerda del fondo de inversión fantasma denominado HMK Holdings LP, con sede en Estados Unidos y representado en Canarias por un viejo conocido de Antonio Morales al ser durante años presidente del Comité Organizador de la Feria del Atlántico? Un supuesto contrato de patrocinio negociado de espaldas al Consejo de Administración de la entidad y por el que la compañía americana se comprometía a abonar un millón de euros: 500.000€ por esponsorizar los cuatro últimos partidos de la temporada 2018-19, y otros 500.000€ en depósito para hacerse con el 51% de las acciones en una futura privatización del club.

Tras destaparse esta sospechosa y oscura operación, Antonio Morales llegó a afirmar, mintiendo con descaro, que habían esperado a que el fondo abonara los primeros 500.000€ (cosa que jamás sucedió) para hacer público el acuerdo. El final de este negro episodio ya lo conocen: el supuesto patrocinador desapareció y el presidente del Cabildo, como siempre, culpó a los medios de comunicación y a los grupos políticos de la oposición de “asustar” a los inversores.

La lista de despropósitos en la gestión del CB Gran Canaria por parte del Cabildo en los últimos cinco años es interminable, un reguero de escándalos que está mancillando la imagen de un club que, arropado siempre por la fiel marea amarilla, ha escrito algunas de las páginas más brillantes del deporte canario. No podemos seguir mirando hacia otro lado ante la falta de rumbo y la crisis institucional que sufre la entidad. De lo contrario, nuestro querido equipo acabará convertido en un juguete roto a manos de los actuales responsables políticos en el Cabildo de Gran Canaria.

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