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Joaquín Rábago

No por gritar más alto “viva el Rey” se defiende mejor la monarquía

Leemos en la prensa que una plataforma llamada “Libres e Iguales” ha lanzado una iniciativa en defensa de nuestra monarquía, institución que consideran supuestamente amenazada por la falta de apoyo desde el propio Gobierno de la nación.

No deja de sorprender en cualquier caso que una plataforma que lleva en el nombre la palabra “iguales” salga en defensa de una institución que se basa justamente en el principio de desigualdad por su carácter exclusivamente hereditario, que da a quien la representa una serie de privilegios de que no gozamos el resto de los ciudadanos.

No importa. Podemos aceptarla o no. Lo que parece, sin embargo, claro es que no por gritar más alto “viva el Rey” se defiende mejor la monarquía. Sobre todo cuando algunos que lo hacen se sitúan, como parece ser el caso, en el extremo más ultra del espectro parlamentario.

La plataforma en cuestión está promovida, según cuentan los medios, por la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo, a la que incluso su partido tuvo que retirar de la portavocía por las continuas polémicas que provocaba su extremismo verbal.

No ha tardado esa parlamentaria en criticar el hecho de que el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el resto de los miembros del Ejecutivo hubieran declinado participar. Es como si hubiera que saltar sólo porque alguien profiere el grito intimidatorio y gamberro de “maricón el que no salte”.

Por cierto tampoco lo han suscrito, al menos de momento y por la razón que sea, ex presidentes del Gobierno de distinto color ideológico, desde el conservador José María Aznar hasta el socialista José Luis Rodríguez Zapatero y su correligionario Felipe González, el ex republicano del traje de pana, que no ha perdido, sin embargo, ocasión últimamente de salir en defensa acrítica del anterior monarca.

Sí lo han hecho, sin embargo, según leemos, el también ex jefe del Gobierno Mariano Rajoy, algunos socialistas como el presidente socialista de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, la actual dirigente de Ciudadanos, Inés Arrimadas, el líder de la extrema derecha, Santiago Abascal, y algunos periodistas y ex periodistas más conocidos por su discurso tóxico que por su contribución al debate democrático.

Se trata, pues, de un totum revolutum en el que aparecen también empresarios, toreros, tertulianos, famosillos gracias a la televisión y hasta un premio Nobel de literatura como es el hispano-peruano Mario Vargas Llosa, tan lúcido novelista como defensor a ultranza, en sus ensayos y artículos periodísticos, de la ideología neoliberal.

Yo no sé si nuestro todavía joven monarca debería mostrarse satisfecho con ese tipo de adhesiones inquebrantables, que tanto le recuerdan a uno a las que caracterizaron a aquel régimen por el cual al menos algunos de los firmantes del manifiesto parecen sentir todavía nostalgia. Yo al menos, si fuera él, no lo estaría.

Ese tipo de adhesiones, esa falta total de crítica de una institución que debería estar sujeta también a escrutinio como todas las demás en una monarquía parlamentaria, es lo que más contribuyó a los abusos que ahora se le imputan al anterior monarca, hoy en un retiro dorado en los Emiratos Árabes Unidos. ¡Desconfíe don Felipe de quienes se desgañitan gritando “viva el Rey”.

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