Habíamos quedado en que frases paraprosdokianas son aquellas cuyo final tiene un enunciado inesperado. En las siguientes el lector ilustrado reconocerá sin duda algunas citas de autores famosos que han hecho fortuna en medios tan dispares como los sobres de azúcar o los discursos políticos. Unas pistas: Winston Churchill, Bertrand Russell, Oscar Wilde, o George Bernard Shaw, dignos representantes todos ellos del sardónico humor inglés. (Pueden haberse colado de propina un par de aportaciones “infiltradas” de L.W.)
No discutas con un idiota. Te rebajará a su nivel, y con su experiencia llevas las de perder.
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Un banco es una institución que te prestará dinero si puedes demostrar que no lo necesitas.
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El cambio es inevitable. Excepto en las máquinas expendedoras.
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En el vivero me vendieron una planta preciosa que me podría durar toda la vida. A las pocas semanas pude comprobar que se referían a “toda la vida de la planta”.
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Yo puedo privarme de cualquier cosa. Menos del lujo.
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El telediario de la noche es donde te desean “Buenas noches”, para luego proceder a explic- carte porque no lo son.
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El pájaro madrugador atrapa la lombriz. Pero es el segundo ratón el que se come el queso.
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¿Por qué nos lo creemos cuando nos aseguran que existen cuatro mil millones de estrellas pero preferimos cerciorarnos poniendo el dedo sobre el banco a ver si realmente está “recién pintado”?
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Para estar seguro de dar en la diana, dispara primero, y llama diana a lo que le hayas dado.
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Tengo un amigo que presume de su reloj, sumergible hasta 50m de profundidad. Le he dicho que no pierda el tiempo y que aprenda ya a nadar.
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Robarle ideas a alguien es un plagio. Robárselas a muchos es investigación.
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Quien habla mal de mí a mis espaldas, mi trasero lo contempla.
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El dinero no es nada. Pero mucho dinero...¡eso ya es otra cosa!
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Si el presente trata de juzgar el pasado, perderá el futuro.