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Alfonso González Jerez

Crónica parlamentaria

Alfonso González Jerez

Oh melancolía

Aprobada una propuesta para la creación de un archivo de los expresidentes del Gobierno, una idea de los familiares Adán Martín

En una ocasión Miguel Herrero Rodríguez de Miñón –uno de los llamados padres de la Constitución que todavía sobreviven– caracterizó las proposiciones no de ley como la expresión del onanismo parlamentario: el proponente se queda más o menos a gusto pero sin consecuencias que alcancen a nadie más. Los plenos se cierran así, con una pequeña explosión de PNL que ilumina a sus señorías haciendo algo supuestamente de provecho. Ayer se produjo una excepción: una propuesta para la creación de un archivo de los expresidentes del Gobierno de Canarias, una idea que ha partido en realidad de los familiares del expresidente Adán Martín, fallecido hace una década. Fue aprobada por unanimidad. Queda saber ahora si el Gobierno –y la propia Cámara – estará a la altura del compromiso adquirido.

También es cierto que la Mesa y Junta de Portavoces decidió que se cerrase la sesión plenaria con el debate del proyecto de ley de medidas urgentes de carácter social dirigidas a personas en situación de vulnerabilidad. Sus señorías se felicitaron mutuamente por el amplio consenso conseguido, aunque la oposición se abstuvo (o votó en contra) en varios puntos del articulado de la ley. El PP incluso presentó enmiendas a la exposición de motivos de la ley, que ya es hilar fino, aunque no sé si liberal. Para saber qué es lo que salió definitivamente, por si usted es uno de los 735.000 isleños en riesgo de pobreza y exclusión social y le interesa, lo mejor será comprobarlo en el Boletín Oficial de Canarias.

En profundo contraste con este proyecto legislativo estuvo la presentación por parte de Ciudadanos de una PNL en defensa de la monarquía y el orden constitucional, que fue muy aplaudida y seguida por el PP, pero que dejó bastante fríos a los demás. El PSOE, por supuesto, aprovechó la ocasión para sentenciar que era el PP la auténtica amenaza al orden constitucional. Y como era de esperar, su señoría de Podemos, Francisco Déniz, quiso recordar que la monarquía parlamentaria, en España, era una monarquía impuesta, y repasó sus tiernos 17 años, en los que pegaba carteles pidiendo votar no en el referéndum sobre la Constitución de 1978. El diputado no detectó, por supuesto, ninguna contradicción entre calificar la monarquía parlamentaria como una imposición y recordar que la Constitución que la consagra como forma de Estado fue votada en referéndum, pero la explicación es sencilla: el señor Déniz piensa exactamente lo mismo que cuando tenía 17 años. Sobre la monarquía parlamentaria, las empresas o el potaje de berros.

La proposición de ley más pertinente fue quizás la presentada por el grupo parlamentario CC-PNC, sobre la necesidad de reforzar los servicios sociales cuando la presión asistencial no deja de incrementarse por la crisis socioeconómica derivada de la pandemia. Cristina Valido hizo un retrato despiadado de la situación (250.000 personas demandan asistencia, el desempleo ha crecido en más de 50.00 personas desde marzo y la mitad de los afectados no percibe ningún ingreso por modesto que sea). Valido insistió, como ha hecho en varias ocasiones en los últimos meses, en la imperiosa necesidad de planificar más recursos humanos y técnicos a los servicios sociales. “Nos urge personal, personal, personal y más personal”, clamó la diputada, quien apuntó que presentar los papeles en las colapsadas oficinas de la Seguridad Social para obtener el llamado ingreso mínimo vital “es casi una misión imposible” y que exigirle a los ciudadanos una gestión telemática para iniciar una solicitud “es a menudo condenarlos a la inacción”. Todos los grupos estuvieron de acuerdo.

María del Río Sánchez, que tiende siempre a la obviedad cariñosona, matizó que las cosas ya estaban mal antes. Es una observación errónea, porque el agravamiento de la situación no es de naturaleza incremental: tiene razones y dinámicas propias. Aunque así, Podemos, como el resto de los grupos, votó a favor de la PNL.

Porque la melancolía de un parlamento en medio de una crisis económica despiadada y disruptiva deriva precisamente de eso: lo que podría corregir no lo hace y lo que no puede o quiere hacer, lo recomienda en ejercicios de consenso agradables, pero estériles. Dentro de tres meses Valido le preguntará de nuevo a Noemí Santana por la situación de los servicios sociales del Gobierno autónomo y la consejera le sacará del bolso una marmota del condado de Punxsuatawney. Todos los diputados (y diputadas) son Bill Murray y se despiertan en cada pleno en la misma PNL.

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