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José A. Luján

Piedra lunar

José A. Luján

Los lenguas cortadas y la censura

El entusiasta editor tinerfeño, Juan Francisco Delgado, acaba de poner sobre nuestra mesa y en todas las librerías del Archipiélago el libro Los lenguas cortadas (Herques, 2020), que en realidad encierra dos textos: una novela, escrita por Cirilo Leal, y un ensayo, a modo de epílogo, cuya autoría corresponde al profesor universitario Antonio Tejera Gaspar, en el que desarrolla aspectos del poblamiento inicial de las Islas Canarias. Consideramos que a la hora de abordar el contenido de este libro se proceda primero a la lectura del epílogo ya que nos ofrece referencias objetivas de los motivos que dieron lugar al nunca cerrado conocimiento de cómo llegaron los primeros pobladores a nuestras islas.

Las investigaciones recientes no ponen en duda que fueron bereberes, procedentes del norte de África, los que dieron el salto del continente al Archipiélago. Esa ocupación estuvo motivada por la deportación de unas tribus asentadas en la bases del Atlas, los canarii y amazig, que se rebelaron contra el imperio de Roma, que controlaba las tierras que bordean la costa meridional del Mediterráneo. La deportación por rebelión estaba contemplada en el Derecho romano y que, sin dejar huellas en documentos escritos, y para evitar incluso la transmisión oral a la posteridad, a los rebelados les cortaban la lengua.

Este aspecto de la historia ha sido muy poco difundido por los historiadores que, en general, fundamentan sus pesquisas en documentos escritos como garantes de objetividad y de alejamiento de lo que podría estar nimbado por la leyenda. La crueldad de los emperadores romanos es incuestionable: decenas de batallas libradas contra los bárbaros por ampliar y mantener el territorio; los espectáculos circenses (véase el imponente Coliseo), enfrentando feroces animales a los hombres, cuyos horrorosos griteríos y la sangre apasionada salpicaba a los espectadores.

Sobre el fenómeno de cortar la lengua o de cortar las manos no está ceñido a los comienzos de nuestra era, sino que otros pueblos más primitivos llevaban a cabo estas prácticas para hacer justicia y consolidar el poder de los gobernantes ante la comunidad. Estos aspectos han sido tratados con bella finura por la escritora Irene Vallejo en el artículo Deslenguadas (El País, 17.09.20), en el que sostiene que la mujer ha sido depositaria de la memoria de la Comunidad, y que sin estar llamada a ejercer función pública en el marco de la gobernanza, su rol social y de transmisión de los acontecimientos silenciados han significado la dignificación de la historia.

La deportación por rebelión estaba contemplada en el Derecho romano y que, sin dejar huellas en documentos escritos, y para evitar incluso la transmisión oral a la posteridad, a los rebelados les cortaban la lengua

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Por su parte, Cirilo Leal, un autor vinculado al periodismo, al teatro y a las artes escénicas, con más de 20 guiones teatrales, publica ahora su primera novela, teniendo en parte como sustancia de contenido el texto de Tejera Gaspar. Sin embargo, al ser dos géneros diferentes, texto histórico y texto de ficción, el resultado no debe sorprender que, teniendo en cuenta la expresión formal, sea distinto y por ello sostenemos que son dos libros en uno.

Cirilo Leal ha escrito una obra en la que la anécdota bascula entre el presente y las huellas que en la memoria colectiva quedan de la Guerra Civil de 1936 y una larga y remota referencia al inicial poblamiento de las islas, que se ha ido aquilatando a partir de los textos de los cronistas. En este sentido, la obra de Leal Mújica se convierte en una metáfora de la represión y de la autocensura que ha imperado en nuestra comunidad isleña y que es desvelada con inusitada fortaleza por dos mujeres, Estrella y Hortensia, que con implacable compromiso afrontan estos aspectos de nuestra historia.

Formalmente, la novela está constituida por dieciséis capítulos con línea argumental fragmentada en cada uno de ellos, con cambios en el punto de vista narrativo y expansión sintáctica en tríadas, lo que contribuye a crear un variado prisma sobre la realidad contada, que incluye temas históricos, medioambientales y cambio climático, lucha feminista y la valoración de la mujer como portadora de la palabra.

Sin duda, es admirable la exaltación de la palabra, como expresión de libertad en un mundo sometido a la censura, donde medran los que administran el silencio. Hay, pues, una relación directa entre los orígenes del poblamiento de las islas, donde los dirigentes tribales fueron condenados al silencio, a la vez que eran empujados a una aventura marina que, por suerte, tuvo su meta en estas islas atlánticas.

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