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Manolo Ojeda

Parábola del contable

Querido amigo; en aquel tiempo, Cristóbal, un joven y prometedor empresario, construyó un edificio de apartamentos con la idea de alquilarlos y conseguir un rendimiento que justificara su inversión.

La iniciativa fue muy acertada y Cristóbal siguió construyendo apartamentos que cada vez le aportaron más y más beneficios, aunque, también, más trabajo, por lo que tuvo que acudir a un profesional contable llamado Paco Pérez para que le prestara su ayuda y a poner orden a su programa de trabajo con una organización que estuviera más acorde con las necesidades del negocio.

Paco era un administrador competente de reconocida solvencia, y aunque suponía un gasto importante para la empresa, hizo que fuera medrando, pero, sobre todo, que Cristóbal no tuviera que hacer el esfuerzo personal que suponía la organización con la dedicación que era necesaria.

Luego, y a medida que el trabajo de Paco se fue haciendo imprescindible para la empresa, el coste de su gestión se fue incrementando, lo que le permitió crear su propia empresa que ahora se llamaría Gestiones Empresariales Francisco Pérez, SL, disponiendo de una amplia plantilla de empleados y de oficinas propias.

Todo iba funcionando bien hasta que llegó un momento en que, entre la subida de los costes de gestión y una bajada repentina de la ocupación de los apartamentos, llevaron el negocio a una situación límite que hacía muy complicada su viabilidad.

Francisco Pérez buscó entonces financiación bancaria a cuenta de las rentas que pensaba recaudar con su gestión, mientras que Apartamentos Cristóbal hipotecó su patrimonio a cuenta de lo que preveía conseguir con el pago de los alquileres.

Pero, he aquí que en la zona se creó un programa de alquiler de viviendas públicas a precios económicos, lo que supuso una competencia insalvable para los apartamentos de Cristóbal que llevó su empresa a la bancarrota.

Pues eso es, precisamente, y como supongo que ya habrás imaginado, lo que está pasando en países como el nuestro, Gregorio, donde la sociedad de gestión de Don Francisco sería la administración pública, que ha ido aumentando de forma compulsiva el coste de su plantilla, y nosotros somos los empresarios que, incapaces de afrontar esos costes, nos hemos arruinado.

La cuestión es que la administración no puede mantenerse porque no genera dinero, y se hunde si no lo obtiene de nuestra recaudación, tal como se hundió Paco sin las aportaciones de Cristóbal.

La administración pública se dedica a recabar financiación del BCE para afrontar sus gastos a cuenta de lo que se supone que va a recaudar con nuestros impuestos, sin entender que los administrados no están en situación de soportar ese nivel de presión fiscal.

Y el gobierno vendrá como el hijo pródigo a pedir perdón después de malgastar nuestra herencia de forma libertina, pero nosotros no somos el padre misericordioso de la parábola, y le enviaremos a llenar sus insaciables vientres con las algarrobas que comen los puercos…

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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