La Provincia - Diario de Las Palmas

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Olga Seco

Formas de mirar

Olga Seco

Sean felices e intenten comer perdices

Hay silencios insolentes y caprichosos que emulan la esencia del desprecio. Ahora, no es apropiado dejarse absorber por el mal humor; lo inespecífico (tarde o temprano) deriva en insolencia. Pienso que junto al mal humor se gesta la tiranía que de antemano establece finales. La vida (opinión subjetiva) se establece con principios. Incluso en los malos momentos debemos de propiciar risas sonoras y ver que el sonido que más valor tiene es el que nos obliga a proyectar lo mejor de nosotros.

Lo que estamos viviendo está arrancando las entrañas de todo lo establecido. La vida ordinaria ya no es el suponer de la tradición y por derecho (no queda otro remedio) toca renovarse.

La humanidad se está volviendo perezosa y no tiene ganas de nada. Creo que es el momento de desnudar el humor y ver la voluptuosidad de sus formas. Qué hartura me produce ver que solo vemos la vida con un nombre y una fecha. Ya estamos (y todavía falta un mes) empezando a ser la absurda ambición de un mazapán y el sueño de bondad que se disipa en quince días. No podemos disponer la alegría con el orden del calendario. ¡Ni de coña! Ni esperar a Navidad para armonizar nuestra vida con risas, afectos y buen humor. No está la cosa para esperar; junto a muchas esperas muere el cuerpo y la esperanza. Cada día puede ser el último, por lo tanto, es importante ser intención de vivencia y no esperar a nada, ni a nadie. Al parecer muchos creen que junto a la seriedad se libra la muerte, y han decidido ir por la vida con cara de pepinillo agriado. Reír es sano, estar amargados no.

Es el momento de inundar las casas de alegría y ver en ella la presencia de una gran matriarca. Muchos no comprenderán mi planteamiento, ya sabemos que desde niños nos enseñan a identificar dificultad con mal humor, y el apasionamiento con la facilidad. Encima de estar pasándolo mal: ¿tenemos qué estar con cara de pocos amigos? Pues conmigo (sonrío) que no cuenten. Quiero reír hasta que la muerte me encuentre en una esquina y se asuste de tan discordante alboroto. Sean felices e intenten comer perdices.

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