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Antón Costas

Luces en la recesión pandémica

Luces en la recesión pandémica

Hay dos formas de aproximarse a la realidad: con una mirada negativa o con una positiva. La primera tiende a poner la atención en los aspectos de esa realidad que empeoran; la segunda en las señales que apunta a una mejora. Fijarse en una u otra dimensión tiene consecuencias prácticas importantes.

Viene esto a cuento porque, en medio de las sombras de la pandemia, quiero hablarles de algunas luces. Es la evolución de la economía y del empleo durante el tercer trimestre. El PIB creció un 17,6%, por encima de todos las pronósticos, tanto los de los organismos públicos (+13 % del Gobierno; 14% de la Airef) como los de los institutos privados que se dedican a hacer pronósticos (13,8% de Arcano Economic Research). Este crecimiento tiene más mérito debido a que en este caso, con las fronteras cerradas, la economía no pudo beneficiarse de la habitual llegada masiva de turistas en los meses de verano.

También los datos de empleo fueron alentadores. Se crearon más de medio millón de nuevos empleos, la afiliación a la Seguridad Social aumentó y salieron de los erte tres cuartos de los trabajadores que estaban en ellos. Pero, aunque fue un buen trimestre para el empleo, fue un desastre para el mercado de trabajo. El paro creció. La razón es que la propia mejora de la economía ha hecho aumentar el número de personas que han vuelto a buscar empleo, tras abandonar esa búsqueda durante el estado de alarma en el segundo trimestre. Como el aumento del número de los que buscan empleo ha sido mayor que el de nuevos empleos, el paro también ha crecido.

Una metáfora nos puede ayudar a entender esta aparente paradoja entre empleo y mercado de trabajo. Sucede como con el grifo y el nivel de agua de la bañera. Como el nivel del agua dentro de la bañera del empleo había descendido de forma brutal en el segundo trimestre, hará falta que el grifo del empleo esté abierto a pleno pulmón durante muchos meses y el tapón de los despidos cerrado antes de que el nivel de la bañera del empleo vuelva a ser el de antes de la pandemia.

En todo caso, permítanme una advertencia. La recuperación, cuando llegue, no resolverá por si sola el problema del paro, especialmente el de los jóvenes. De la misma forma que ahora tenemos un fondo europeo para proyectos de inversión, necesitamos un fondo para el pleno empleo al que las empresas privadas, el sector público y el tercer sector social puedan presentar proyectos de creación de buenos empleos.

Volviendo al crecimiento del tercer trimestre, ¿cuáles fueron sus motores? Tres. El buen comportamiento del consumo, con un 20,7%. El aumento de la inversión en bienes de equipo, con un 37,4% y de la construcción con un 16,6%. Y la recuperación de las exportaciones. Este buen comportamiento es una comprobación de que las ayudas del Gobierno (erte, IMV, avales) han logrado crear confianza en que las cosas mejorarán. De lo contrario, ni las familias consumirían tanto, ni las empresas invertirían para reinventarse.

A mediados del año próximo las cosas estarán mejor, mientras tanto toca resistir y reinventarse.

¿Se acabará la pandemia? Sí. Los analistas de Arcano Economic Research han estudiado todas las pandemias de los últimos 200 años y han encontrado que duran entre 2 y 3 años. Dado que ahora la capacidad de investigación de vacunas y tratamientos clínicos es muy superior, a mediados del año próximo las cosas estarán mucho mejor. Mientras tanto, hay que resistir y reinventarse. Para ello, el Gobierno tiene que aumentar las ayudas a las familias, al sector turístico, a la restauración, al ocio y a la cultura.

Volviendo a los datos del tercer trimestre, su lectura puede hacerse desde la perspectiva del vaso medio vacío o medio lleno. Los pesimistas se fijarán en el hecho de que, a pesar de este crecimiento, la economía aún está un 10 % por debajo del nivel normal. Los optimistas en que este crecimiento ha permitido recuperar un 60% de todo lo perdido en el trimestre anterior, el más duro.

Si dudan que mirada utilizar, recuerden un consejo de Daniel Kahneman, psicólogo y premio Nobel de Economía de 2002 por sus estudios sobre como las personas toman decisiones económicas. En su libro Pensar rápido, pensar despacio, dice Kahneman: «Está comprobado, los optimistas se equivocan más, pero les va mejor en la vida». Por tanto, confíen en estas luces de esperanza en medio de las sombras de la pandemia.

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