La Provincia - Diario de Las Palmas

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José María Lizundia

Por fin escribo “Trump”

Cuando en 2016 Trump ganó las elecciones, un miembro de mi familia, minoría étnica, activista de Obama, llegó a llorar. Ella había nacido en EE UU, era su país, no tenía otro donde ir. Algo similar les ocurrió a otros amigos por motivos parecidos. El sistema de garantías constitucionales, Cheks and balances, sin duda conjuraría los riesgos, si en algún lugar del mundo Trump podía ser frenado era precisamente allí. El ámbito de mayor libertad que tiene un presidente de EE UU es en política exterior. Pasado su mandato y en un mundo sumido en conflictos armados o crisis: anexión rusa de parte de Ucrania, Arabia- Yemen, Túnez- Emiratos, Turquía, Grecia, Sahel, Etiopia, Sudán, Egipto, Trump no ha iniciado una sola guerra y se ha abstenido en todas. Ahora es una duda el comportamiento futuro de Corea e Irán, veremos si él los aplacó, o tenían una voluntad duradera, incluida China en el mar de China, estrechos y zonas próximas. Un matón es peligroso y ahí Trump ganaba siempre. Así mismo la presión sobre Maduro, las acciones judiciales y de la DEA contra el narco populismo, cederá. Difícilmente aumentará la normalización comercial y política entre más países árabes e Israel. El proteccionismo de Biden no es mucho menor que el de Trump, como el orillamiento de Europa en beneficio del interés estratégico de Asia, y se mantendrá la guerra comercial con China. El sueño (español) del multilateralismo como iglesia del encuentro y la paz no va a progresar.

La verdadera crisis es de representación y encajes complejos. Trump ganó en 2006 con 62 millones de votos, ahora ha sacado 8 millones más. Hay quiebra del establishment político. Trump logró imponerse en el partido republicano y marginarlo. Tampoco el partido demócrata es el de Kennedy, Johnson, Clinton y Obama: Bernie Sanders y la pandilla de Lives Black Matter, los antifas, la cultura de la cancelación, los puritanos woke constituyen un conglomerado nada conciliador. EE UU integra otras identidades con la vicepresidenta elegida. Antes Obama, ahora Harris, curiosamente la negritud en el top (y son el 13% de la población). No obstante las ideas de fragmentación identitaria han fra- casado.

El partido demócrata no representa al conjunto de las minorías étnicas, como se ha visto en Florida y otros lugares clave.

No se sabe si volverán el pleno empleo y gran crecimiento económico. Mientras Trump galvanizó a los españoles y los desplazó al vórtice de Pensilvania, quedan las instituciones y el sistema americano incólume, como lo encontró; en España un gobernante gris, marrullero, mentiroso, psicótico, usurpador de los resortes del Estado en su beneficio, está desmantelando lo que encontró: alevosamente.

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