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Lamberto Wägner

Tropezones

Lamberto Wägner

Mi abuelo solía decir...

Yo no tuve la suerte de conocer a mis abuelos, por lo que sólo recibí de segunda mano, a través de mis padres, algunas de las perlas de sabiduría que legaron a sus descendientes.

Pero yo estoy vivo y soy abuelo de varios nietos. Y al ser algunos ya adolescentes están en edad de comprender lo que tenga que decirles. Y sin embargo me estoy percatando que nada les he dicho. Aparte de algunas de esas expresiones secretas que a modo de códigos tribales suelen cohesionar las familias. Y aparte claro está de las batallitas que haya podido infligirles, consustanciales a la abuelez.

Así que pon atención, querido Erik, pues acabo de nombrarte sobre la marcha representante oficial de tus hermanos y primos y mi particular mandatario verbal. Por de pronto has tenido la suerte de que no te nacieran en un campo de refugiados, sino en un país civilizado, y en una familia acomodada, culta y tolerante. Lo cual de entrada no está nada mal.

Por ello estás en privilegiada disposición de poner en práctica algunos de los siguientes consejos que tengo la petulancia de proponerte, por el mero hecho de haberme sido útiles a mí.

Entre las encrucijadas que nos plantea la vida, y ante las que hemos de tomar decisiones que nos marcarán para siempre, están principalmente dos: la pareja y el trabajo.

Cuando hayas pasado la primera etapa de la pandilla, ese grupo de amigos de la infancia y adolescencia que condicionarán la mayor parte de tus correrías y emociones, espero que tengas la suerte de encontrar esa persona de la que sencillamente no podrás prescindir, cuya presencia y compañía se te hará tan indispensable como el aire que respiras. Pero para encontrarla tendrás que tener paciencia, no obsesionarte con la atracción física, sino enriquecerla con el respeto y el cariño. Y con el cultivo de las afinidades mutuas. El sexo está bien, pero con amor ni te cuento.

Y un consejo práctico. Si te casas “contigo pan y cebolla” es un loable propósito. Pero que eso no te impida formalizar el matrimonio bajo separación de bienes.

Respecto al trabajo, huye de tareas rutinarias, por bien remuneradas que estén. Que nunca sea el viernes el día de la semana al que estás ansiando llegar. Sino el lunes, para reanudar el proyecto profesional que te apasiona. Haz lo que te gusta y no te preocupes demasiado del dinero; cuando amas lo que haces el dinero suele venir por añadidura. Alguien lo resumió mejor que yo: ”Tendrás éxito si eres capaz de hacer para ganarte la vida lo que te hace feliz”. Y tampoco te pases. Cuida que el trabajo no se convierta en tu segunda pareja, o acabe desbancando a la primera.

Y unas palabras respecto al ocio. No descuides el deporte. No sólo te mantendrás en forma y podrás llegar entero a la edad de tu abuelo. También te curtirás en el esfuerzo y en el sacrificio. Disfrutarás de lo gratificante de la victoria y te ejercitarás en superar la derrota. Y si practicas un deporte de grupo descubrirás los valores del compañerismo y del fair play.

Pero bueno, tampoco hagas demasiado caso a tu abuelo. Haz lo que te pida el cuerpo. Por de pronto ahora, y de momento, podrás hablar en presente. No “mi abuelo solía decir” sino “a qué no sabes lo que suele alegar mi abuelo”.

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