La Provincia - Diario de Las Palmas

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Guillermo García-Alcalde

Manual de masacre contra la Orquesta Filarmónica

En 1980, el entonces presidente del Cabildo de Gran Canaria Fernando Giménez, el vicepresidente Salvador Trujillo, el consejero Antonio Marrero y expertos como Juan Cambreleng y otros, trabajaron con entusiasmo en el diseño de una orquesta sinfónica profesional, creyendo llegado el momento de institucionalizar un equipamiento de cultura requerido por los grancanarios después de los admirables esfuerzos hechos por una sucesión de orquestas amateurs que se remontaba a la primera mitad del siglo XIX.

Cuarenta años después, amenazan de ruina aquella decisión histórica los abusos, dejaciones y arbitrariedades consentidos por la actual presidencia insular a un músico mediocre, Karel Mark Chichon, que ha ido invadiendo con extraña impunidad áreas y funciones no incluidas en su contrato. Un contrato leonino porque es de “prestación de servicios”, no laboral ni de autoridad administrativa, ni incluye las muchas prestaciones personales y familiares que se autoadjudica, desde el lujoso despacho de la sede de la Fundación Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (en el que su esposa acaba de celebrar una rueda de prensa) hasta el coche con chófer y los hoteles de lujo pagados por el Cabildo cada vez que viene a trabajar. Prestaciones éstas que no perciben muchas primeras figuras, incluso estrellas internacionales del podio, contratadas por el Festival de Música de Canarias.

Hablando de costes

El generoso presupuesto anual de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria en las cuentas del Cabildo es de ocho millones de euros, destinados a la actividad reglamentada y específica de la Fundación, no a lujos extracontractuales. El director cobra 30.000 euros anuales por diseñar la programación de temporada de la Orquesta y sus invitados, a lo que se añaden 13.000 euros por cada concierto que él dirige (cuota que le han ido subiendo desde los 11.000 con que comenzó). Es un standard que para sí quisieran muchos directores europeos de prestigio en toda Europa. Como, además, le han dejado asumir la Gerencia de la empresa desde que consiguió echar al gerente Sr. Bernárdez, tal vez reciba sinecuras gerenciales. Aunque así no fuere, el poder de mangonear intercambios con otros podios está implícito en el doblete director- administrador, caso único entre todos los europeos. ¿Son ellos los palurdos, o lo somos los canarios?

Batutero factótum

Las presiones se dirigen ahora contra el gerente recién incorporado, Sr. Roig, ganador del puesto mediante concurso y fiel a las obligaciones contractuales en buena armonía con la Fundación. Ya circula una especie de manifiesto dirigido al Cabildo (muy mal escrito, por cierto) firmado por 33 miembros de la Orquesta (menos de la mitad de la plantilla y muchos menos que el personal de la Fundación) en el que se deja ver la campaña contra el Gerente actual. En definitiva, el maestro quiere ser factótum de una institución pública que pagamos todos y le ha contratado para un servicio específico. Todo el desorden nace del contrato que le firmó el anterior consejero de Cultura del Cabildo, cuya candidez e incultura a todos los niveles ha dejado muchas heridas en la importante red de entes cabildicios. ¿Quién y por qué reparte así, a tontas y locas, las responsabilidades corporativas?

Parece ser que, cuando le llegaban rumores negativos, presumía Chichonn de tener un contrato blindado. Tan blindado es, que los juristas han descubierto –tardíamente– que puede ser nulo por sus irregularidades. El presidente del Cabildo intenta legalizarlo por la vía rápida. Porque es Antonio Morales, titular de la corporación insular, el único que defiende al maestro, quien, por lo visto, alardea de que lo que le niegan en la quinta planta (Consejería de Cultura y cabecera de la Fundación) lo consigue de inmediato bajando a la primera (Presidencia).

Baja calidad y acoso

Lo peor de todo no es que esta persona reine en la Orquesta sin limitación alguna, sino que artísticamente es de pena. Aburrido, miomético, sin ideas, es el peor que ha tenido nuestra Filarmónica en sus cuatro décadas. Sus versiones descansan en intensidades y velocidades fuera de lugar. En la mayoría de los casos, las partituras suenan como simplemente solfeadas en los ensayos y armadas en el puro efectismo practicón. Y no hace falta compararlo con figuras lejanas. El principal director invitado de nuestra Filarmónica, Günther Herbig, ya nonagenario y contratado mucho antes de la aparición de Chichon, marca distancias siderales en sus versiones, casi siempre aplaudidas por la propia Orquesta, al unísono con el público. La malicia del titular es la del populismo, convencido de que gustar la música no es saber de música. Una parte del público recibe con entusiasmo las exageraciones efectistas y de ello se aprovecha el maestro… El oyente no tiene la culpa culpable de esa distorsión cultura y estética.

La Orquesta está, como nunca lo había estado, partida en dos o más bandos. El maestro se apoya en el más duro, no el mejor, y el cisma produce bajas y persecuciones que en algún caso podrían ser objeto de denuncia por delito de odio. En cualquier caso, las demandas laborales por despido han sido ganadas por los demandantes a todos los niveles judiciales. Todavía en trámite judicial hay otras dos, que sepamos, y casualmente uno de los demandantes es el Gerente Sr. Roig, quien alega que desde su toma de posesión se le viene hostigando, amilanando, machacando, fustigando, atemorizando, amedrentando, atemorizando, vejando, humillando, ninguneando, persiguiendo y arrinconando en el desempeño de su trabajo: colección de gerundios que a lo peor tiene algo que ver con el odio (debería estudiarlo un tribunal penal, no solo laboral), pero nada, absolutamente nada, con el carácter e idiosincrasia de los canarios.

Resulta ridículo que los firmantes de la mencionada carta alardeen de estar viviendo el mejor momento de la Orquesta, cuando los extras (suplentes) pagados para cubrir en concierto las plazas vacantes son a veces tantos como los titulares según consta en los programas de mano. Y muchos de esos extras ni siquiera son canarios, a pesar de mantener las islas dos conservatorios superiores y abundar los instrumentistas isleños que perfeccionan su técnica y estilo en los mejores conservatorios centroeuropeos. Un deporte caro, éste de los extras que vienen de fuera y cuestan caché, viajes y alojamientos. Y nada digamos del coste de los concertinos invitados, constantes en la programación para ningunear a la concertino de plantilla. El Cabildo tendrá que subir el presupuesto para cubrir tantas anomalías.

La Orquesta es buena porque así la han hecho sus mejores miembros y los anteriores directores: unos, arquitectos de la afinación y la cohesión, otros otros de la expresión artística.

“Si no me pagan, no canto”

Hace pocos días que Chichon y su esposa, la admirable mezzo lituana Elina Garança, actualmente la más admirada del mundo en su cuerda, vinieron a Las Palmas para dar un concierto de fragmentos, todos del repertorio español, que demuestra el poco respeto que merecemos a este señor. Ni siquiera en España las orquestas sinfónicas públicas o privadas que respetan su imagen presentan programas de trocitos sin una sola obra básica. La señora Garança cantó cinco piezas de un repertorio fácil que no es el suyo y, en parte, ya había cantado en su anterior aparición en el Auditorio Alfredo Kraus , hace menos de dos años. En resumen, esta última visita fue un bolo con viajes y hoteles pagados (a ella y a las dos hijas del matrimonio), además del caché de 20.000 euros de la mezzo por cantar en el peregrino concierto españolista. Estuvo al borde de la suspensión porque la Fundación de la Orquesta no había ingresado en su cuenta el referido caché dos días antes de la fecha anunciada. Pusieron esta grosería en boca de la diva: “Si no me pagan, no canto”. El problema no estaba en la Fundación sino en las cuentas bancarias letonas que el matrimonio utiliza para evitar la fiscalidad española. Faltaban papeles, o firmas, que redimieran a la Fundación contratante de un grave resbalón fiscal. Todos se movieron prestamente y el día siguiente se resolvió el papeleo. Pero no se olvidaron aquellas palabras tan vulgares de la señora Garança que dieron la vuelta al país con comentarios no siempre gratos. Una cosa es exigir en privado las retribuciones pactadas, si éstas se retrasan, y otra muy distinta exigirlo a los cuatro vientos, con una crudeza que puede dañar la fiabilidad del ente contratante (la mano que da de comer) Pero esa descarnada imagen mercantilista la atribuyen algunos a Chichon (quien haya presenciado la rueda de prensa lo sabrá.)

Este culebrón da para mucho más, pero aquí nos detenemos por ahora, sin dejar de elogiar la independencia con que ha hablado el consejero del Cabildo, Ruymán Santana. A lo mejor también sabe por qué seempecina el presidente del Cabildo en defender al maestro contra viento y marea, sin asistir a uno solo de sus conciertos. Y si es así, ojalá que lo cuente.

Como también la protección de Morales a Rafael Sánchez Araña, hijo de un amigo de toda la vida en el municipio del que ha sido alcalde durante 24 años (seis legislaturas). Sánchez Araña es joven, buen músico y trabajador, pero parece muy exótico su contrato –que tenemos a la vista– de asistente del batutero mayor. Ninguno de los titulares precedentes gozó de semejante contrato, ni lo goza la gran mayoría de los directores españoles. Quizás tenga algo que ver con la defensa chichoniana de Morales, pero se sabrá: dicen que ese contrato también va a pasar por los tribunales.

(To be continued…).

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