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Reflexión

Chira-Soria es necesaria

Materializar un proyecto del alcance que tiene la central hidroeléctrica de Chira-Soria exige canalizarlo hacia el equilibrio de los tres principios sobre los que se apoya el Desarrollo Sostenible: lo social, lo ecológico y lo económico, donde la equidad socioeconómica, la tolerancia socioecológica y la viabilidad entre economía y medioambiente tienen que obtenerse con el compromiso de todos los grancanarios si queremos conseguir el objetivo inexcusable de sostenibilidad. Cualquier argumento empleado para apoyar o rechazar la central tiene de entrada el previo reconocimiento de los que valoramos el interés y el esfuerzo de todos los que quieren mejorar un proyecto fundamental para Gran Canaria. La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria agradece especialmente a Red Eléctrica de España y a la Plataforma Salvar Chira-Soria la amplia información suministrada en sendas reuniones telemáticas.

Frente a las diferencias que se han venido planteando y difundiendo en los distintos medios, donde se ha expresado una predisposición superior hacia alguno de los tres valores citados frente a los restantes, solo cabe buscar e imponer aquella alternativa cuya trascendencia sea superior y beneficie al mayor número de personas. No debe haber duda de que lo que interesa es optar por la que mejor sirva para combatir el cambio climático y, en consecuencia, para contribuir a la preservación del planeta, aunque suponga un esfuerzo relevante y el sacrificio tolerable y no irreversible, en alguno de los valores.

En lenguaje práctico y ámbito insular, significa rebajar drásticamente la fuente energética que representan los combustibles fósiles. Si fuera posible, esa reducción podría llegar al extremo de considerar que todas las fuentes de energía procedieran del viento y del sol, que son las que tenemos disponibles, responden a tecnologías consolidadas y representan cargas económicas externas reducidas.

Sin embargo, la realidad que nos impone la naturaleza impide que sea así, puesto que ni el viento mantiene una intensidad mínima suficiente y continua, ni se dispone de luz solar las veinticuatro horas del día. Y, por otra parte, la realidad tecnológica nos impide consumir energía si no se está produciendo de forma simultánea en niveles equivalentes en el sistema aislado que conforma Gran Canaria. Este binomio de realidades conduce a la necesidad de “almacenar” la energía para equilibrar, con la que consigamos de reserva, los períodos de carencia de renovables. Y esa capacidad de acomodación a la variabilidad de la producción la proporciona Chira-Soria, que siendo hoy una solución factible con el desarrollo de un proyecto que será una referencia mundial, lo seguirá siendo para las generaciones futuras, combinándola con otras tecnologías de almacenamiento cuando aparezcan y como sistema complementario entre ellas.

Asumir la solución que representa Chira-Soria significa aplicar la única fórmula que hoy por hoy permite crecer en producción de energía renovable discontinua en Gran Canaria hasta alcanzar penetraciones similares a las de las regiones continentales. No se puede estar esperando por sistemas de baterías que hagan funciones equiparables y se acomoden a nuestras circunstancias, porque, a día de hoy, no son comparables ni en vida útil, ni en coste, ni en funcionalidad. Pero, si la tecnología en desarrollo avanzara de forma más rápida a la esperada y apareciesen antes en el mercado, no invalidarían el proyecto, sino que mantendría su validez. La necesidad que tenemos de almacenamiento seguirá siendo alta mientras sigamos siendo sistemas aislados y pendiente la resolución de las emisiones que genera la cadena de distribución requerida para el funcionamiento del automóvil eléctrico, que podrá ser crítico, cuando se generalice su uso.

Junto al sistema energético sostenible que se propone con la ejecución de la obra definida en el proyecto, se encuentra la oportunidad de conseguir que ambas presas cumplan al fin, después de más de cincuenta años de construidas, con el objetivo para el que se hicieron. Especialmente la de Soria, que siempre estuvo muy por debajo de su capacidad. Acopiar agua con fines productivos en los niveles que se necesiten y en cualquier época del año comporta dos aplicaciones directas añadidas de extraordinario valor. La primera, convertirse en la clave imprescindible para la recuperación del mundo rural, abandonado hace muchos años y objetivo que contemplan todas las agendas medioambientales de Gran Canaria. Y la segunda, garantizar la disponibilidad de agua suficiente en ambas presas para mejorar sustancialmente la eficacia en la lucha contra incendios de las superficies forestales.

Pero la solución Chira-Soria no es solo la generación de energía eléctrica aplicando un proceso que no produce contaminación y que cubre los intervalos de tiempo en los que no se dispone de energía procedente de fuentes renovables. Es, también, el traslado de esa energía a los puntos de distribución para su posterior consumo mediante una red de transporte en alta tensión, donde, al ser aplicables los mismos principios que los mencionados para la central, se requiere el mismo esfuerzo de equilibrio entre ellos. El énfasis ahora hay que situarlo en encontrar la viabilidad entre el impacto visual de una red aérea y de sus torres frente al deterioro medioambiental producido por la construcción de una galería visitable soterrada con sus habitáculos de control y conexión, por una parte, y lo económicamente razonable, por otra.

Sin profundizar en valoraciones económicas, ni sobre el coste de la obra (390 millones de euros), ni sobre los beneficios netos anuales estimados, una vez se inicien las operaciones (122 millones de euros en ahorro de costes variables), ni sobre cualquier otro parámetro revisable, se debe considerar que por delante de las decisiones políticas ha habido estudios y debates técnicos, económicos y jurídicos de expertos que lo han propuesto y cuya corrección profesional nadie debería poner en duda sin aportar pruebas. Y que, una vez adoptada la decisión, contratada su ejecución e iniciado su funcionamiento, vuelven a intervenir para asumir responsabilidades que materialicen el proyecto y su desarrollo posterior administrando, siempre con transparencia, los recursos económicos asignados. Un ejercicio paralelo de responsabilidad y respeto recae en la empresa adjudicataria, a la que tampoco se la puede acusar sin argumentos de que se pueda enriquecer de manera ilícita o inadecuada.

Las posiciones extremas en cualquiera de esos valores conducen a un escenario no deseado, como sería mayor insostenibilidad, si el proyecto se llegara a abandonar. Aceptando como base común la no aplicación de soluciones que suponga un nivel inadmisible de irreversibilidad para los ecosistemas protegidos, cabe señalar que cualquiera de las medidas no resueltas de forma satisfactoria a nivel de proyecto admite el planteamiento de aplicaciones inversoras que la puedan mejorar a lo largo de su vida útil si se aprecian nuevas condiciones que lo recomienden. Las futuras generaciones podrán aceptar no haber acertado a la primera con todas las circunstancias que rodean la obra, pero difícilmente lo hará si no hemos hecho lo que estaba en nuestra mano para evitar que en 2100 el nivel medio del mar sea 60 cm superior al actual y el planeta soporte 2,9ºC por encima de la temperatura media global de hoy.

Como resumen de lo expuesto se considera que la central hidroeléctrica reversible de Chira-Soria es necesaria porque mejora la generación de energía renovable en la Isla, facilita la recuperación de su mundo rural y de sus áreas forestales y representa la aportación grancanaria a la preservación del planeta. Pero, además, se debe calificar de urgente, para lo que hay que exigir del Gobierno de Canarias y también de la empresa concesionaria la máxima diligencia para acortar en la medida de lo posible los plazos de ejecución para el inicio de su pleno funcionamiento, siendo una iniciativa que viene a ser principal en el sentido y en los objetivos del Pacto para la Reactivación Social y Económica de Canarias.

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