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Escritos antivíricos

Cebolla antes que muñeca rusa

La muñeca rusa lleva dentro otra muñeca más pequeña y ésta, a su vez, lleva dentro otra más pequeña, y ésta, otra, y esa otra, otra más, y así al infinito. La muñeca rusa es un artefacto que emula la técnica narrativa conocida como mise en abyme, que consiste en introducir en una narración otra narración y, dentro de ésta, otra, y así cuantas veces el narrador dominante considere que el procedimiento de incluir una narración dentro de otra surte el efecto deseado.

Al embozado forzoso le ha dado por pensar en el efecto de abismación porque al llegar a su casa, antes de coger el ascensor, se ha mirado en el espejo del zaguán, y, como ese espejo tiene enfrente otro espejo, su imagen se ha reproducido en abismo hasta el infinito. Y no sólo es su zaguán. Le sucede lo mismo allí donde se encuentren dos espejos enfrentados. Cuando el embozado forzoso es cliente de una barbería o de una peluquería y se observa en el espejo para comprobar cómo va su corte de pelo o su retoque de barba, su imagen también se refleja al infinito. Porque en la mayoría de las barberías y peluquerías del mundo se da el hecho abismal de que mientras un cliente se mira al infinito en un espejo hay otro cliente a su espalda que también mira su imagen reproducida al infinito.

El autor de este escrito antivírico está delante del ordenador tecleando este escrito antivírico, pero aunque lo teclee el autor, el verdadero artífice de este escrito no es él, sino el narrador que se inventa para que lo narre y que, a su vez, cuenta las peripecias del personaje protagonista del escrito antivírico, que es el embozado forzoso, y de las cosas que a tal personaje se le pasan por la cabeza. Incluso, si quisiera, en un tour de force, ese autor podría inventarse un narrador que diera paso a la narración en segundo grado del embozado forzoso, a la voz de sí mismo como si fuera otro o a la del mismo autor como si fuera un personaje en unas suertes de proezas narratológicas o vueltas de tuercas de formales arabescos.

No obstante, al embozado forzoso le interesa ubicar con precisión el porqué de su atención a la muñeca rusa, a la imagen reflejada hasta el infinito en un espejo o a la narración que se abisma dentro de otra y dentro de otra y otra y otra más. Primero piensa que tal ocurrencia se debe al hecho de haberse visto reflejado en abismo en los espejos del zaguán de su casa, pero luego cambia de opinión. Seguramente el origen de esa preocupación por las muñecas rusas y la abismación es que tiene que ir a Gáldar, una ciudad del norte de la isla de Gran Canaria.

¿Y qué tendrá que ver su cita en Gáldar con el procedimiento narrativo de la mise en abyme? La relación no salta a la vista a la primera. Para comprenderla, aquél que no esté familiarizado con la geografía de Gran Canaria ni con la producción agrícola de la isla, debe saber que al natural de Gáldar, además de llamarlo galdense, se le puede llamar también cebollero, porque en esa ciudad el sector primario ha estado, entre otros productos agrícolas, vinculado al cultivo de la cebolla. Y la cebolla, como la muñeca rusa, está hecha de capas, y, como en la muñeca rusa, dentro de la primera capa de la cebolla hay otra cebolla, y dentro de ésta otra, y otra, y otra, y otra más.

¿Qué es el ser humano sino una especie de cebolla en abismo? El embozado forzoso piensa que todos los viejos llevan dentro otra persona algo más joven y esta otra, otra, y ésta, otra aún más joven. Un anciano de 90 años, por ejemplo, no sólo es un anciano de 90 años, lleva dentro a otro anciano que una vez tuvo 85, y éste a otro anciano que tuvo 80, y éste a otro que tuvo 70, y éste a un adulto de 60, y éste a otro adulto de 40, y éste a otro de 30, y éste a un joven de 20, y éste a un adolescente de 17 y a un preadolescente de 12 y a un niño de 9 y a otro de 5 y éste a otro de 3 años y éste a un bebé de apenas dos meses y éste a un recién nacido y éste a un no nato de 7 meses. El anciano de 90 años que camina como curvado recipiente lleva dentro un embrión de segundos.

El embozado forzoso prefiere pensar en el ser humano como una cebolla con sus capas antes que como una muñeca rusa. La mise en abyme de la muñeca rusa es fría, rígida, de gesto duro e inamovible, la mise en abyme de la cebolla nace de la tierra y está llena de sentimiento. La cebolla, si se la corta, hace llorar, a veces de pena, a veces de alegría, y si se la recorta en trocitos pequeños y se rehoga con aceite a fuego lento, sus capas en abismo se transforman en un salsa viscosa y dulzona. La vida es así, como la cebolla, hecha de capas de edad diversa, a veces capas de llanto, a veces capas dulces y a veces viscosas. Antes que muñeca rusa, la vida es cebolla.

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