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El palique

Con la Lotería te la hinco

Todo articulista que se precie ha de probar suerte escribiendo un artículo sobre la Lotería. Se puede con tal texto optar a un premio. Un premio de artículos sobre la Lotería, mismamente. Que tenga gracia y no acabe en 69 ni en cinco, ni nadie pueda añadir que por las tildes te la hinco. Se acerca el día del Sorteo de Navidad y yo con estos pelos, que son los pelos tiesos del que ha dicho que sí a tantos compromisos loteros y aún no los ha pagado. “Hay que pagar la Lotería”, dice un soniquete interior. Uno más. Como si no tuviéramos ya suficientes soniquetes, que parece la cabeza una discoteca. Que si hay que pagar esto, lo otro, que si hay que hacer tal trámite, que si debo presentar ese certificado, aquel papel, el justificante tal y la ITV y el Cristo que lo fundó. Puf. Hay que pagar la Lotería. La del grupo de amigotes, la del trabajo, la que trae tu pareja, la de la cofradía, la del niño del vecino, que se quiere ir a París, qué se le habrá perdido al niño del vecino en París, si es que además ahora con el virus no se puede ir a ninguna parte, ni ese va a terminar los estudios, ni tiene edad de ir a París, que yo no fui hasta los veinte años.

Se acerca el 22 de diciembre y no sabemos si los niños de San Ildefonso van a ir con mascarilla y se les va a entender o si el sorteo va a variar mucho. En realidad, eso son detalles sin importancia, dado que lo que queremos es que salgan nuestras bolitas y nos hagamos millonarios. Para comparecer luego en la tele diciendo que ná, que ha sido un piquito para tapar agujeros. Qué habrá sido de tanto agujero que tantos quieren tapar durante tantos años. Los décimos y papeletas, las participaciones, andan por casa pareciendo que tienen vida propia, unas en cajones, otras en la repisa, la más friolera metida en la cartera. Llegará el 22 y la tradición marca que nos pondremos con la lista para verificar que no nos ha tocado ni un chavo. Será entonces cuando alguien nos ofrezca Lotería del Niño. El que se quiere ir a París, no. Otro.

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